Un grupo más reducido de estudios muestran el impacto de las hipoglucemias graves, a veces desencadenadas por exceso de insulina, y subrayan la necesidad de poder predecirlas para evitar riesgos cardiovasculares y cognitivos.
Según los expertos el mayor riesgo de hipoglucemia se produce por las noches, cuando el sueño silencia los síntomas. Un 62 por ciento de los pacientes DM1 y un 54 por ciento de los DM2 tienen hipoglucemias nocturnas varias veces al mes y en niños la incidencia llega al 40 por ciento. Muchos de los episodios hipoglucémicos no se refieren al especialista, ya que se subestima su impacto en la salud a largo plazo.
El proyecto europeo de investigación Hypo -RESOLVE (acrónimo de Redefining Solutions for better Lives) es una alianza pública y privada que pretende dotar a los clínicos con datos procesables que sirvan para adoptar estrategias integrales para reducir la carga de hipoglucemia en pacientes con diabetes. En la coalición participan compañías farmacéuticas y de dispositivos médicos, asociaciones de pacientes y socios investigadores del ámbito académico. En total son 22 socios bajo el liderazgo de la empresa Novo Nordisk.
Stephen Gough, vicepresidente médico de la compañía y anterior Jefe del Centro de Diabetes, Endocrinología y Metabolismo de la Universidad de Oxford, ha desglosado las principales líneas de actuación, combinar grandes bases de datos de las empresas farmacéuticas y de alta tecnología; utilizar procesos de bigdata para confirmar los predictores de hipoglucemia ya conocidos e identificar otros nuevos; desarrollar sistemas de predicción MCG cada vez más precisos para predecir la hipoglucemia y parar la infusión de insulina, así como proporcionar las explicaciones mecánicas de esas bajadas acusadas de glucosa y explorar los nuevos determinantes que podrían precipitarla.
“La forma de vivir urbana, los viajes y la comida impactan en el riesgo de diabetes, lo mismo que sentarse ante la televisión o el ordenador y usar mucho menos la bicicleta, o desplazarse en coche en vez del transporte público, que obliga a caminar algunos trechos”, comenta Dough, recalcando que para controlarla hace falta algo más que medicamentos: prevenir, tratar y mejorar resultados en pacientes.
En ello insiste Mads K. Thomsen, vicepresidente de Investigación y Desarrollo, al comentar los datos del segundo estudio Cities Changing Diabetes presentado en EASD que confirma el aumento de prevalencia de diabetes y obesidad en todas las regiones del mundo.
La nueva investigación sugiere que los servicios públicos de salud y las estrategias dirigidas al cuidado de la DM2 no son eficaces si no actúan sobre los factores sociales y culturales. Se ha visto que las tradiciones gastronómicas y los roles tradicionales de género aumentarían la vulnerabilidad a la diabetes en zonas urbanas, donde se espera que en 2045 vivan hasta el 75 por ciento de los diabéticos.
Los datos apuntan a que si se redujera la tasa de obesidad en un 25 por ciento en todo el mundo habría 15,3 millones menos de personas con DM2 en esa misma fecha. Ese es el primer objetivo del programa, iniciado en 2014 por el University College de Londres, el Centro de Diabetes Steno (Copenhague) y Novo Nordisk, en el que ahora participan 17 grandes ciudades del mundo con el convencimiento de que para contener el ascenso de las tasas de DM2 hay que desarrollar estrategias adaptadas a las necesidades locales.
Con la iniciativa se pretende bajar la incidencia de diabetes un 10 por ciento en 2045, porque si se mantuviera la tendencia actual calculan que una de cada nueve personas adultas será diabética.