Un equipo de la Universidad McMaster (Canadá) ha descubierto una nueva vía de atacar el cáncer: las células de la grasa. Los expertos, cuyo trabajo ha sido publicado por la revista Nature Cell Biology, han descubierto que, al estimular los adipocitos o células grasas ubicados en el interior del hueso, se suprimían células de cancerosas de la leucemia, aunque sorprendentemente, al mismo también lograron la regeneración de células sanguíneas sanas.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos emplearon un fármaco común para la diabetes, de la familia de los agonistas de los receptores PPAR gamma que induce la producción de células grasas en la médula ósea, al descubrir que promovía la producción de glóbulos rojos, además de suprimir la leucemia.
Según explica Mick Bhatia, no solo logramos suprimir las células cancerosas, "sino que también se reforzaron las células sanas, al permitir que se regeneraran en el nuevo medio ambiente inducido por los fármacos".
Este medicamento ya está disponible, lo que, para Bhatia, abre un nuevo escenario terapéutico que puede "sumarse a los tratamientos existentes o incluso reemplazar a otros en un futuro. El hecho de que este medicamento active la regeneración de la sangre puede proporcionar beneficios para aquellos que se encuentran a la espera trasplantes de médula ósea al activar sus propios células sanas".
La producción de glóbulos rojos sanos es crítica para los pacientes con leucemia mieloide aguda; sin embargo, a veces se obvia debido a que los tratamientos convencionales se centran solo en destruir las células de la leucemia. Como consecuencia, los pacientes con leucemia padecen anemia e infecciones debido al fracaso de la producción de sangre saludable, las cuales constituyen las principales causas de hospitalización y muerte por esta enfermedad.
"Nuestro enfoque representa una forma diferente de observar la leucemia y considera a la médula ósea entera como un ecosistema, en lugar del enfoque tradicional de estudiar e intentar matar directamente las células enfermas", ha explicado Allison Boyd, autora del estudio. En su opinión, estos enfoques tradicionales no han brindado suficientes nuevas opciones terapéuticas para los pacientes, por lo que "el tratamiento estándar de esta enfermedad no ha cambiado en décadas".