Natasha Horne, una joven británica de 20 años, ha fallecido en su país por un supuesto coma diabético meses después de que le diagnosticaran diabetes tipo 1. Horne había rechazado seguir el tratamiento recomendado por el médico porque "no quería usar agujas".
La joven de 20 años que se negó a seguir los consejos médicos para combatir la diabetes tipo 1 que padecía murió después de sufrir un supuesto coma diabético cuando dormía en casa de un amigo, según informa 'The Sun'.
El trágico desenlace se produjo meses después de que un examen médico le diagnosticara su enfermedad tras haber notado síntomas como una repentina pérdida de peso, sed excesiva y acudir frecuentemente al baño por las noches.
Natasha Horne, pese a que en las primeras semanas sí estuvo inyectándose insulina, rápidamente rechazó seguir el tratamiento médico que le habría permitido llevar una vida completa porque no quería utilizar agujas. Además, mantuvo su diagnóstico en secreto a sus amigos, se ausentó de las citas con el médico y se negó a usar un brazalete de identificación médica para alertar al resto de personas sobre su estado de salud.
En declaraciones a 'Teesside Live', su madre explica que "pese a ser una niña cubierta de tatuajes y piercings, odiaba las agujas. Además era terca, si ella decía que no quería hacer algo, no lo iba a hacer".
Los padres creen que los elogios que recibió entre sus conocidos por su pérdida de peso "nublaron el juicio" de Natasha y provocaron que fuera más difícil que volviera a inyectarse insulina. "Ella pensaba que nunca le pasaría a ella y no quería aceptar lo que tenía, estaba dispuesta a correr el riesgo", cuenta la madre.
Tras la tragedia, la familia de Natasha se ha unido para difundir su historia e intentar concienciar de los peligros de la enfermedad que acabó con la vida de su hija y así evitar casos como el suyo puedan volver a ocurrir.