Aprender a controlar la enfermedad de la diabetes de una forma lúdica es lo que están descubriendo durante estos días en Ibias 40 jóvenes diabéticos llegados de toda Asturias y también de otras partes de España. Asisten al campamento de verano que organiza la Asociación de Diabéticos del Principado de Asturias (Asdipas), este año, por primera vez en San Antolín de Ibias, donde ocupan las instalaciones de la escuela hogar del colegio Aurelio Menéndez.
Cinco médicos y dos enfermeras, además de estudiantes de medicina y enfermería, y seis monitores, todos ellos voluntarios, se encargan de dar contenido al campamento, que dedica cada día una media hora a una sesión informativa, en la que se dan conocimientos teóricos y prácticos sobre el control de glucosa e hipoglucemias o la autoinyección de insulina; el resto de la jornada está consagrado a actividades lúdicas. Todo ello marcado por un estricto horario de control de la enfermedad en el que la actividad se detiene para hacer los análisis pertinentes y poner las inyecciones de insulina.
Isolina Riaño, especialista en pediatría de la unidad de diabetes infantil del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), considera que el campamento es muy importante para los asistentes porque "les ayuda a que sean independientes y capaces de optimizar el control de la enfermedad para que no les pase factura de mayores". Además, asegura que "les permite normalizar y compartir experiencias con otros niños de sus mismas edades y hacer que la enfermedad no suponga un obstáculo para desarrollarse como personas".
Para una antigua participante del campamento que en la actualidad asiste como enfermera, su experiencia le supuso "la independencia absoluta". Rosa Martínez señala que aprendió "lo que tenía que hacer y cómo tenía que cuidarme, lo que ha supuesto que mi desarrollo como persona haya sido normal".
Paula Pidal, participante actual en el campamento, explica que a ella le está ayudando a mejorar su control sobre la enfermedad, la comida y la cantidad de insulina que debe ponerse. Su compañera Marta Martínez subraya que en el campamento "se ve la enfermedad de otra manera". Una de las veteranas es Andrea Hernández, de Tenerife, que después de seis años asistiendo confiesa que ya es capaz de controlar la enfermedad y añade: "me gusta venir porque, además de aprender sobre diabetes, conocemos gente y hacemos deporte".
Las tardes en la piscina municipal de Ibias, las excursiones y los juegos en grupo en el patio del colegio hacen que durante 10 días los participantes se despreocupen un poco de la pesada carga que les supone lidiar con la diabetes en su día a día.