Li Jianyue atraviesa un campo de arroz en el sur de China con un fajo de sobres en la mano, en busca de un tipo de grano que espera que algún día pueda combatir la diabetes.
Este mal relacionado con la obesidad está en auge en China, y el arroz —la marca favorita del país— surge en los estudios como un factor importante. Los granos negros que Li pellizca de los tallos maduros e introduce en los sobres de papel han sido cultivados de manera que cuando se consuman no disparen los niveles de azúcar en la sangre, lo cual a la larga puede provocar la diabetes tipo 2.
China tiene el número más alto de diabéticos adultos en todo el mundo: 109,6 millones en 2015. Si no se toman medidas preventivas, otros 40 millones se podrían sumar hacia finales de 2040. El arroz blanco refinado es un objetivo obvio, porque la mayoría de los 1.400 millones de habitantes del país lo consume al menos una vez al día, y tiene un impacto en los niveles de azúcar en la sangre similar al del pan blanco.
“El número de personas con diabetes está en aumento”, dijo Li, profesora de la Universidad Normal de Shanghai. Sin embargo, destacó que un arroz más sano por sí solo no solucionará el problema: también es necesario que sepa bien. “Por ello también tratamos de mejorar la textura,” dijo.
Los experimentos de arroz que Li lleva a cabo son parte de un esfuerzo mundial por mejorar el valor nutricional del arroz. La Fundación Bill & Melinda Gates, por ejemplo, trabaja con investigadores en Filipinas y Bangladesh en la producción de arroz enriquecido con vitamina A que ayuda a combatir la ceguera.
La Organización de Investigación Científica e Industrial de Australia (CSIRO) desarrolla un arroz con más fibra para que se descomponga en el tracto digestivo inferior, lo cual ayuda a la salud intestinal al evitar el aumento de glucosa. La Academia China de Ciencias trabaja en un programa paralelo que busca fortalecer el arroz con más vitamina B y E, hierro y zinc.
“Los chinos de clase media de hoy están muy concentrados en la nutrición”, dijo Phil Larkin, científico investigador jefe de CSIRO en Canberra. “La tasa de aumento de la diabetes tipo 2 en China es aterradora”. Un estudio publicado en 2013 estimó que en el país 114 millones de personas vivían con diabetes, 21,6 millones más que un estudio similar tres años antes.
El arroz experimental de Li tiene un germen —la parte embrionaria del grano— más grande que el del arroz normal. Esto le da más proteínas y menos carbohidratos, que son los que se convierten en glucosa durante la digestión. Actualmente el trabajo de Li consiste en crear híbridos que combinen esa propiedad con el sabor y la textura de las variedades de arroz populares en la costa oriental de China.
El arroz blanco refinado sigue siendo un alimento poco nutritivo, dijo Sun Qi, profesor asistente de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard. En cambio, los granos enteros, incluyendo el arroz integral, son ricos en fibra de cereales, minerales, vitaminas y fitoquímicos.
Las variedades híbridas han ayudado a China a lograr uno de los rendimientos de arroz más altos del mundo y permanecer autosuficiente a pesar de que el consumo aumentó un 13% en la última década debido al crecimiento demográfico.
El año pasado, sin embargo, el consumo anual per capita cayó a 104,8 kilos, tras haber alcanzado un pico de 109,7 kilos en 1997, en gran medida porque las dietas cambiaron y por una mejora en el transporte de alimentos que empezó a darles más opciones a los consumidores. La industria de la panadería basada en trigo se expandió alrededor del 10% el año pasado en el país.