La Federación Internacional de Diabetes alerta que en 2040 seguramente habrá 642 millones de personas, el 10% de la población, con diabetes de tipo 2.
La diabetes es una enfermedad por la cual nuestro metabolismo es incapaz de regular los niveles de azúcar en la sangre, tanto en exceso como en defecto, lo cual tiene graves consecuencias a corto y a largo plazo: toxicidad por hiperglucemia, problemas hepáticos y nefríticos, mala circulación que puede terminar en amputaciones de extremidades -siete de cada diez amputaciones no traumáticas se deben a la diabetes-, ceguera y por supuesto muerte prematura.
Generalmente esta incapacidad es consecuencia de una especie de sordera de las células ante la insulina, que es la molécula que les lleva la glucosa (azúcar) para que la quemen y consigan energía. También puede ser provocada por que el páncreas, el órgano encargado de producir la insulina, deje de secretar esta hormona correctamente. En el caso de la diabetes de tipo 1, sobre todo debida a factores genéticos y reacciones autoinmunes, el desequilibrio glucémico se produce en la infancia. Es una enfermedad ya detectada en el antiguo Egipto.
La diabetes de tipo 2, en cambio, aparece con frecuencia a partir de los 40 años, aunque cada vez la edad de surgimiento es menor y comienza a ser un problema infantil. No tiene causas genéticas -si bien sí puede haber una cierta predisposición a que el páncreas sea más sensible-, sino que es consecuencia directa de las modernas formas de alimentación y los hábitos de vida más sedentarios respecto al pasado. Es una enfermedad que era muy rara en los años 70 pero que hoy se ha vuelto peligrosamente habitual.
El director del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra, Javier Salvador, apuntaba en el otoño de 2016 que el crecimiento de la diabetes tipo 2 a nivel nacional se ha convertido en un problema de salud pública y por lo tanto demanda la intervención de la Administración. Entre 9.000 y 10.000 personas mueren en España cada año por esta enfermedad y hay 422 millones de personas en el mundo con diabetes. La Federación Internacional de Diabetes alerta que para 2040 seguramente serán 642 millones, el 10% de la población del planeta.
¿Se puede prevenir la diabetes tipo 2? En principio sí es posible, ya que aparece cuando el páncreas ha forzado mucho la producción de insulina y sufre un bloqueo por el cual deja de secretarla. A su vez, esta producción excesiva de insulina se debe a una resistencia de las células ante esta hormona, que regula la presencia de azúcar en sangre, y dicha resistencia se da cuando l a entrada de glucosa mediante los alimentos es constante y elevada. Por lo tanto, la diabertes tipo 2 se puede prevenir siguiendo las siguientes directrices
1. Prohibir por completo todo tipo de bebidas con azúcares añadidos
Un estudio de 2014 en el que participaron médicos del hospital Madrileño Severo Ochoa, evaluó en 25.000 las muertes derivadas del consumo de bebidas azucaradas en España. Por supuesto, la mayor parte de ellas cabe achacarlas a la diabetes tipo 2, inducida por el exceso continuado de azúcares en el torrente sanguíneo, que ha crecido de manera alarmante en nuestro país en la última década.
A nivel global, el doctor Robert Lustig considera a las bebidas azucaradas responsables de más de una tercera parte de los nuevos casos de diabetes. Como buena noticia, en Cataluña ya funciona un impuesto para las bebidas dulces que se espera que actúe de manera disuasoria, sobre todo entre niños y adolescentes, que las consumen de manera compulsiva.
En consecuencia debemos prohibir a nuestros hijos este tipo de bebidas, o al menos explicarles que las cantidades de azucar que contienen son demesuradas y totalmente perjudiciales para su salud. Esta web contiene ejemplos muy ilustrativos que pueden sernos útiles para conseguir que tomen conciencia.
2. Eliminar del desayuno los cereales, las mermeladas y la miel
Todos estos productos contienen importantes raciones de azúcares añadidos que no hacen otra cosa que crear picos de glucosa en la sangre que obligan al páncreas a trabajar más, a parte de incrementar la cantidad de insulina que llega a las células con nueva glucosa, lo cual fomenta su resistencia o sordera, que a su vez fuerza al páncreas a aumentar la secreción de insulina para que se capture la glucosa que no se quema. Un círculo vicioso que termina en la diabetes.
Por lo tanto, deberemos eliminar los cereales del desayuno de nuestros hijos a no ser que sean integrales, aunque es preferible que cojan la costumbre de no tomarlos. Las mermeladas y la miel también deben desaparecer, o al menos limitarlas a ocasiones muy puntuales. Siempre es mejor aconstumbrarles a una tostada de pan integral con embutido o simplemente aceite de oliva y una pizca de sal.
3. Acostumbrarlos a las harinas no refinadas
Aunque realmente es muy dificil encontrar pan integral auténtico, sí hay panes de harinas refinadas que contienen una buena ración de fibra del salvado. Y lo mismo ocurre con la pasta: si se consume pan o pasta, siempre integral. La fibra vegetal es muy importante porque disminuye y retrasa la entrada de azúcar en la sangre de modo considerable, con lo que no se producen los picos glucémicos.
4. Habituarlos a comer hortalizas y fruta entera
Una dieta rica en frutas y verduras es fundamental para mantener un nivel de fibra vegetal alto que impida que los azúcares sean reabsorbidos en el tracto intestinal. Además, la fibra sirve de alimento para la flora intestinal, que se cree que interviene en la prevención de la diabetes tipo 2 regulando la producción de insulina. Varios estudios han descubierto que la flora de los diabéticos es diferente a la de las personas sanas.
5. Nada de zumos de fruta
Los zumos de fruta naturales contienen cantidades de azúcar altas y en cambio nada de fibra, con lo que provocan picos glucémicos que estresan al páncreas. Si nos referimos a los zumos industriales, las cantidades de azúcar, añadido casi todo, son obscenas. Por lo tanto, debemos desincentivarlos y por su puesto erradicar el zumo de naranja del desayuno o cambiarlo por una naranja de mesa pelada, que al menos contiene bastante fibra.
6. Ni margarinas ni bollería industrial
Tampoco debemos dejar que nuestros hijos se acostumbren a la bollería industrial, rica en grasas trans, aceite de palma y azúcares añadidos. Especialmente a las grasas hidrogenadas o trans se las relaciona con la aparición de diabetes tipo 2. Si debemos optar, siempre les daremos a los menores mantequilla y nunca margarinas en el desayuno, aunque de manera moderada.
7. Fomentar en ellos el ejercicio físico
Los videojuegos están muy bien, pero no deben ser el único juego que practiquen nuestras hijas e hijos. Fomentar en ellos el deporte es fundamental, ya sea en equipo o individual. Desde ir en bicicleta a caminar por el monte, pasando por el fútbol, el baloncesto, el frontón, etc. Los jóvenes necesitan moverse más que los adultos y la actual tendencia al sedentarismo que presentan es muy peligrosa. Un consejo: si queremos que nos hagan caso, aprovechemos nosotros también para hacer ejercicio y acompañémosles.