¿Sabías que 1 de cada 11 adultos tiene diabetes y que 1 de cada 2 personas que la tienen no lo sabe?
Estos datos, arrojados por la Federación Internacional de Diabetes, demuestran que se constituye actualmente como una epidemia a nivel mundial.
Relacionada con el sobrepeso, la obesidad y la inactividad física, esta enfermedad crónica se produce cuando el páncreas se encuentra imposibilitado para producir insulina o cuando no es posible que el cuerpo utilice de manera efectiva la que produce.
La insulina es una hormona generada por el páncreas que permite que la glucosa de los alimentos que consumimos pueda ingresar a las células con el objetivo de producir energía.
En las personas que tienen diabetes, el hecho de no producir insulina o de no emplearla de forma eficaz, determina niveles elevados de glucosa en sangre, lo cual se denomina hiperglucemia y que, a largo plazo, puede producir daños en diversos órganos y tejidos del organismo.
Cuando se inicia un tratamiento para la diabetes se busca mantener los niveles glucémicos en valores normales o cercanos a lo normal, mejorar los síntomas y controlar los factores de riesgo cardiovasculares con el objetivo de prevenir complicaciones asociadas, tales como falla renal, infarto, ceguera y pérdida de miembros inferiores.
Si bien no todos los pacientes tienen el mismo objetivo en su tratamiento, razón por la que siempre el mismo será individualizado, una alimentación saludable y balanceada, la actividad física periódica y el correcto uso de la medicación son pilares básicos para lograr el control de la enfermedad.
De acuerdo al tipo de diabetes será el tratamiento indicado. La diabetes tipo 1 y tipo 2 son las más usuales. La primera representa entre el 5 y el 10 por ciento de los casos y se produce debido a que el propio sistema inmunológico ataca al páncreas, destruyendo las células que producen insulina. Si bien puede aparecer a cualquier edad, es más frecuente en niños y adolescentes. En el caso de la diabetes tipo 2, asociada al sobrepeso y a la obesidad, representa entre el 90 y el 95 por ciento de los casos, principalmente en adultos con antecedentes familiares de esta enfermedad. Este tipo de diabetes se produce por una insuficiente producción de insulina junto a un aprovechamiento inadecuado de la misma.
¿Qué pacientes pueden ser tratados con pastillas y cuáles con insulina?
Los pacientes con Diabetes tipo 2 pueden ser tratados con pastillas. De todas formas, dado que se trata de una “enfermedad progresiva”, es posible que a lo largo del tratamiento se requiera de combinaciones de drogas y hasta de insulina para controlar los niveles de glucosa. En situaciones especiales, los pacientes con este tipo diabetes pueden necesitar insulina de manera transitoria, por ejemplo, durante el embarazo o en una internación. La insulina, entonces, puede utilizarse en cualquier momento de la enfermedad en forma temporaria o definitiva según la necesidad de cada paciente. En algunas ocasiones puede ser la primera opción de tratamiento, principalmente en pacientes con síntomas al momento del inicio de la enfermedad.
Sin embargo, el hecho de que un paciente requiera insulina en forma transitoria o permanente no implica necesariamente un empeoramiento de su enfermedad, sino que la insulina representa la mejor opción de tratamiento en ese momento.
Existen 4 grupos principales de drogas orales que pueden utilizarse para el tratamiento de la Diabetes tipo 2, ya sean solas, combinadas o en forma conjunta con insulina:
- Fármacos que aumentan la producción de insulina.
- Fármacos “insulinosensibilizadores” que mejoran la sensibilidad a la insulina en los tejidos.
- Fármacos que favorecen la salida de glucosa por orina.
- Fármacos que retrasan la absorción intestinal de hidratos de carbono.
Por su parte, los pacientes con Diabetes tipo 1 necesitan insulina desde el inicio del tratamiento y de por vida, ya que su cuerpo no logra producirla. Actualmente, existen diversos tipos de insulinas con diferentes tiempos de acción y de vida media (tiempo que la insulina permanece activa dentro del organismo), las cuales pueden utilizarse solas o combinadas para alcanzar los niveles glucémicos deseados: ultrarrápidas, rápidas (insulina regular o corriente), intermedias, prolongadas o bifásicas.
La insulina sólo puede administrarse de forma subcutánea, es decir mediante una inyección, utilizando los dispositivos creados para tal fin, previa higiene de manos y del sitio de aplicación.
¿Cómo saber si la medicación está controlando mi diabetes correctamente?
Una forma de saberlo es realizando controles glucémicos periódicos. La manera habitual de hacerlo es mediante el uso de glucómetros que miden la glucemia capilar, pero existen otras alternativas como la hemoglobina glicosilada (HBA1c), análisis de sangre que estima los valores glucémicos de los últimos 2 ó 3 meses. Los niveles de Hba1c recomendados son valores menores al 7 por ciento.
En los últimos años se han desarrollado diversos y modernos dispositivos para el control de la diabetes. Entre ellos, se destacan los monitores continuos de glucemia, los cuales reducen la necesidad de punciones para la medición de la glucosa, y las bombas de insulina, dispositivos que permiten la infusión de insulina mediante catéteres de acuerdo a los requerimientos diarios del paciente.
Para el control de la enfermedad es fundamental mantener una dieta equilibrada, practicar actividad física, utilizar la medicación de manera apropiada de acuerdo a las indicaciones del especialista, controlar en forma periódica los niveles de glucemia y realizar controles regulares con el médico diabetólogo.