Quise esperar unos días para escribir sobre lo ocurrido en el DED. Lo hice como estrategia esperando que la “espuma” de lo emocional reposara y me permitiera ser un poco más certero en la expresión de mi punto de vista.
¡Ingenuo de mí! Han pasado ya 8 días y la espuma ha bajado menos de lo esperado. Todavía sigo con esa sonrisa bobalicona que proporciona el haber vivido una experiencia espectacular.
Durante toda esta semana, con bastante frecuencia me he sorprendido distraído con frases de esa brutal jornada. Me vienen caras de personas que saludé, otras con las que me quedé con ganas de abrazar, comentarios inteligentes de muchos de los ponentes. Desde ahora me declaro culpable porque pienso utilizarlos… siempre mencionando la fuente hasta donde la conozca.
Puede sonar a tópico pero así como el preparar mi intervención me enseñó mucho, también lo hizo el compartir con Daría Roca y 50 adolescentes dos horas francamente intensas.
Como veis son luces brillantísimas y espectaculares. Casi fuegos artificiales. No sólo por la repercusión de compartir con cientos de personas lo que supone vivir con diabetes, sino también porque me dio la oportunidad de sentirme plenamente vivo y abierto a… lo que venga. Y todo eso en un encuadre espectacular y muy profesionalmente preparado. Como ponente me sentí mimado, cuidado, querido. Como asistente integrado, dando y recibiendo cariño, complicidad… ¡Qué os voy a contar si nos vimos allí!
También me siento en la obligación de mencionar alguna sombra pero, creedme, lo hago “sin ánimo de lucro”, siendo consciente de que es una opinión MUY personal, pero con afán de ayuda.
La primera sombra es sobre la presencia de la industria farmacéutica. La creo indispensable porque, como usuario me interesa conocer todo lo que me puede aportar y opino que no sólo deben mostrárselo a los sanitarios, sino también a nosotros para evitar el Despotismo Ilustrado Sanitario: todo para el paciente pero sin el paciente.
Sin embargo el exceso tampoco es bueno. Es como la sal: En su justa medida da sabor al guiso, pero un exceso puede estropearlo y creo que, en esta ocasión, se llegó al límite. Un poco más y…
El otro aspecto que no entendí muy bien fue el de la NO presencia de la FEDE como institución (otros años sí estaban). Allí había 1500 personas agrupadas en torno a la diabetes. Personalmente (aunque quizás la haya) no conozco ninguna otra iniciativa de esta naturaleza capaz de tanto.
Como ya peino canas, pienso que debe ser fruto de desencuentros entre los organizadores y nuestros representantes oficiales. Pero, posiblemente desde mi ingenuidad, esperaba que en este país hubiéramos aprendido de experiencias similares. ¡Cuánta más fuerza hubiese tenido el evento y cuánta más proyección mediática si aquellos que nos aglutinan en la Federación hubieran concurrido! Opino que, en estas situaciones lo que no suma, resta.
En fin no quiero que esos pequeños nubarrones afeen lo grandiosa que fuer la experiencia de mi DED. Por supuesto estoy atento a que Angel Ramirez ponga fecha del DED 2018 para apuntarme (no vaya a ser que me quede sin entrada). Allí nos veremos los que quieran… y puedan.