Los gobiernos autonómicos españoles ponen trabas, a día de hoy, a las combinaciones de los fármacos análogos de los GLP-1 y la insulina basal en el tratamiento de la diabetes tipo II. De hecho, los limitan a pacientes con índice de masa corporal (BMI, por sus siglas en inglés) superior a 30, esto es, casos de obesidad importante.
Y el motivo no es otro que su elevado precio, pues se acumula la evidencia científica que avala los resultados de esas fórmulas, todos ellos difundidos durante la Reunión Diabetes y Obesidad que ha organizado el grupo homólogo de la SEMI en Málaga.
El presidente de esta sociedad científica, Antonio Zapatero, ha asegurado a Redacción Médica que las administraciones no autorizan todavía el uso de las combinaciones de GLP-1 e insulina basal salvo en el supuesto explicado “a pesar de que en Estados Unidos se aplican desde hace unos tres años”.
Este último extremo ha sido confirmado y dado a conocer, durante el foro, por el profesor Julio Rosenstock, del University of Texas Southwestern Medical Center de Dallas (Texas, Estados Unidos).
En efecto, según ha apuntado a este periódico otro internista, Miguel Camafort, del Hospital Clínic de Barcelona, la Agencia del Medicamento Estadounidense (FDA) sí autoriza su uso, pero la europea todavía no tiene una mención explícita al respecto, ni tampoco la administración española.
Ensayo internacional ‘DUAL VII’
Zapatero, por su parte, ha citado el ensayo internacional ‘DUAL VII’, en el que participa el Hospital de Fuenlabrada de Madrid, para demostrar el cariz revolucionario de las nuevas combinaciones farmacológicas para la diabetes.
“La fórmula insulina degludec más liroglutida dio como resultado una reducción de la hipoglucemia –principal complicación de la diabetes– del 80 por ciento con igual o mejor control metabólico de la enfermedad, además de favorecer la pérdida de peso e incluso de bajar a la mitad la dosis de insulina basal para cada enfermo”, ha revelado.