En el estado Lara, ya se cumplen ocho meses desde la última vez en que los pacientes con diabetes pudieron ir a una farmacia y comprar insulina con tranquilidad. Desde entonces su aparición empezó a ser esporádica, hasta llegar al punto donde se encuentran en la actualidad: no la consiguen en ningún lado.
En lo que va de año solo han encontrado -y con dificultades- la insulina cristalina, que es de acción rápida. Sirve para cubrir las comidas, pero su perfil de acción no actúa igual que la liberada por el páncreas. Según explicó Lourdes Pérez, presidenta de la Fundación Casa Amigos del Niño con Diabetes (Fundacaminidia), esta insulina no se puede suministrar sola, debe hacerse en combinación con otra de acción intermedia o lenta, y esa no se consigue.
Pérez es madre de una joven diábetica de 21 años, que engrosa la listas de los pacientes del estado Lara. Nada más en la entidad hay casi 1.000 niños entre cero y 17 años con esa condición. De esos, cerca de 43 han sido diagnosticados en los primeros 17 días de 2017.
En el Hospital Pediátrico Doctor Agustín Zubillaga, donde Fundacaminidia labora, hay 265 niños diábeticos en estado crítico, luchando por conseguir sus medicamentos. Cerca de 200 están en condiciones intermedias y 180 en buenas condiciones. En 2015, se registraron 62 pacientes nuevos, y pronostican que las cifras de 2016 -que aun no han podido terminar calcular- las superen con creces.
Pérez explicó que si bien una de las principales causas de la enfermedad es hereditaria, las situaciones actuales han hecho que los números aumenten. El estrés al que están sometidos los ciudadanos en la actualidad, además de la mala alimentación producida por la escasez y los altos precios y el sedentarismo, son los causantes. “Ahora vas a tener niños enfermos, estresados y desnutridos”.
“El problema que tenemos actualmente no es solo de medicación, sino también alimentario, sobre todo con pacientes de enfermedades crónicas. Cada paciente tiene una dieta especial, pero, ¿cómo se cumple si no se consiguen los alimentos?”, exclamó la presidente de Fundacaminidia.
La diabetes de la hija de Pérez es aún más complicada, puesto que es alérgica a varios tipos de insulina. Desde que a los 9 años le diagnosticaron la enfermedad, su vida ha consistido en buscar los tratamientos para ella, pero nunca había sufrido tanto como ahora. “Nadie se imagina, como madre, cómo me siento cuándo tengo que cambiarle las insulinas y no lo consigo”, exclamó.
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