Una enzima presente en el líquido cefalorraquídeo ofrece pista de lo que ocurre en los pacientes con Alzheimer y cómo se relaciona con el deterioro cognitivo. Se trata de la autotaxina, que además de predecir el daño en la memoria también muestra la posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2. Así, un aumento de un punto de la enzima supone hasta un 300 por ciento más de posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 o prediabetes.
Teniendo en cuenta estos datos, el equipo de Auriel Willette, de la Universidad del Estado de Iowa, se ha centrado en este biomarcador por su proximidad al cerebro y han valorado su papel en la enfermedad de Alzheimer, tal y como se refleja en un estudio que se publica en Journal of Alzheimer's Disease.
Los trabajos previos de este grupo habían puesto de manifiesto estrecha relación entre la resistencia a la insulina y el deterioro cognitivo, que eleva el riesgo de Alzheimer. En este contexto, la resistencia a la insulina es un buen indicador de dicha neurodegeneración, aunque no se pueden trasladar lo que ocurre en el cuerpo con lo que ocurre en el cerebro.
Valor predictivo
Después de los análisis efectuados, los investigadores han visto que la presencia de la enzima en el líquido cefalorraquídeo se asociaba con una peor función cerebral, pérdida de volumen cerebral y que el cerebro empela menos azúcar para su funcionamiento, lo que a su vez demuestra que además de la resistencia a la insulina, la autotaxina tiene un gran valor predictivo.
El hecho de que la autotaxina sea un buen predictor de diabetes tipo 2 y de deterioro cognitivo refuerza la importancia de tener un buen estado de salud. De hecho, las personas con niveles elevados de dicha enzima suelen ser obesos y presentar resistencia a la insulina. En su trabajo, Auriel Willette señala que los niveles de autotaxina son capaces de determinar la cantidad de energía que utilizan las áreas de cerebro afectadas por el Alzheimer. Así, las personas con niveles elevados tienen menos células cerebrales y además éstas son más pequeñas en el lóbulo frontal y temporal, zonas asociadas a la memoria y a la ejecución de funciones. Ocurre igual que cuando falta azúcar, que las neuronas tienen menos energía y empiezan a tener algunos fallos, como dejar de procesar la información que le llega de forma rápida.