La Federación Española de Diabetes (FEDE) recomienda volver a la "rutina saludable" lo antes posible tras las vacaciones para no descuidar el control de la diabetes, estableciendo objetivos como realizar ejercicio físico regular, junto con una alimentación sana y equilibrada.
En el caso de las personas con diabetes, los cambios de ritmo que se pueden producir durante las vacaciones deben vigilarse con especial atención, puesto que pueden tener consecuencias negativas sobre la salud y el control de la patología. Un incremento de peso, por ejemplo, puede afectar al ritmo metabólico y dificultar el control de la glucemia.
En primer lugar, en cuanto a la alimentación, FEDE aconseja evitar el sedentarismo y hacer del ejercicio físico una actividad siempre presente en la planificación semanal de las personas con diabetes. Para ello, se debe escoger una actividad física que resulte entretenida y probar a realizar ejercicio acompañado.
En este sentido, hay numerosas disciplinas deportivas, por lo que cada persona puede optar por la que más se ajuste a su forma física previa y preferencias. Una actividad física sencilla puede ser caminar 30 minutos, por lo menos, cuatro días a la semana.
En segundo lugar, es esencial retomar la rutina tras el verano siguiendo una dieta en la que se limite la ingesta de alimentos con un alto contenido en azúcares y grasas saturadas y se dé un mayor protagonismo a las verduras y frutas frescas.
Además, es conveniente utilizar aceite de oliva para cocinar, evitar el uso excesivo de sal y prestar atención al etiquetado de los alimentos. Por ello, FEDE recomienda seguir una alimentación basada en un 50 por ciento de verduras, un 25 por ciento de alimentos proteicos y un 25 por ciento de alimentos farináceos, a lo se puede añadir una pieza de fruta de postre y agua.
Por último, hay que contar siempre con una red de apoyo familiar y médico. En marco de los profesionales, estos deben de ser aliados para cualquier consulta en relación a posibles cambios que puedan afectar a los niveles de glucosa. Estas pueden ser variaciones bruscas en los horarios de comidas y trabajo o la aparición de situaciones de estrés.