En verano modificamos demasiados hábitos. Sin embargo, esto no debería ser así, sobre todo en el caso de las personas diabéticas. Más bien sería un buen momento para establecer unas rutinas saludables, en donde las comidas fuesen más ligeras a base de ensaladas, frutas y gazpachos, además de aprovechar el tiempo para realizar ejercicio y caminar. En este artículo te mostramos cómo controlar la diabetes en verano.
La diversión, el descanso y los momentos en compañía de los nuestros no están reñidos con el cuidado de la salud. En esta época del año contamos con más tiempo libre para poder practicar alguna actividad deportiva y organizar los menús en base a las frutas y verduras de temporada. Hay que aprovechar lo mejor posible esta situación.
En el caso de las personas con diabetes, cuando abandonan la medicación y los hábitos de vida saludables, por lo general los síntomas generales de la patología vuelven a aparecer. La enfermedad no se toma vacaciones y su cuidado tampoco, como se puede observar.
Hay que concederle mucha importancia a la hidratación. Las altas temperatura del verano invitan a tomar más agua, infusiones y bebidas sin azúcar. También es preciso tener cuidado con los refrescos azucarados, batido, zumos, granizados y horchatas. Es preciso beber con regularidad, sin necesidad de llegar a tener sed.
Durante el verano también se alteran bastante los horarios. Es más común que se coma fuera de casa, que se realice un picoteo y se tomen alimentos ricos en calorías como pueden ser frituras, alcohol o helados. Todo el trabajo realizado durante el año se verá afectado por estos días de relax. Intentaremos que el consumo de estos alimentos sea ocasional.
Hay que aprovechar el tiempo libre para realizar ejercicio. Para sacarle el mayor partido a esto es preciso que se eviten las horas de más sol, que son entre las 12 horas y las 18. También se hace necesario protegerse la piel con cremas fotoprotectoras, además de gafas de sol y gorras. Apostaremos por una actividad que nos guste y nos mantenga entretenidos.
Los pies también se convierten en verano en una de las partes del cuerpo más sensibles. Sudan más y también se exponen a sufrir heridas debido a que pasamos mucho tiempo en la playa y con calzado abierto. Se recomienda mantenerlos secos en todo momento, no caminar descalzo y emplear unos calcetines adecuados.
No podemos olvidarnos tampoco de la insulina. En ningún caso hay que exponerla al sol, así que no dudes en utilizar las neveras portátiles que existen.
En el caso de que un paciente con diabetes tenga pensado realizar un viaje al extranjero, siempre debería ser un poco previsor. Necesita llevar el doble de dosis y repartirlas por las distintas maletas por si se extravía una de ellas. Para garantizar además la buena conservación de la insulina, procuraremos que nunca esté por encima de los 30 grados o por debajo de los 0.
Recuerda que la insulina y medicamentos se pueden llevar en la bolsa de mano si tienes previsto subirte en avión.