A José Olivera, constructor, le diagnosticaron diabetes del tipo 2 hace doce años: “Noté que me pasaba algo porque nunca bebo agua y empecé a beber agua sin parar, se me secaba mucho la boca, hasta que un día pensé que algo pasaba y que no podía seguir así. Me acerqué al Hospital La Paz y me hicieron la prueba del azúcar y tenia casi 600 miligramos, que es una barbaridad”.
“Soy muy positivo y optimista siempre, y gracias al deporte que he practicado, siempre deportes de riesgo (parapente, buceo, espeleología..), no me asusta nada, así que la noticia no me causó miedo”.
También asegura que la enfermedad no le ha cambiado la vida a pesar de que tuvieron que amputarle una pierna. Hace menos de un año le pusieron una pierna ortopédica que no le ha dado mayor problema.
Asegura que se acostumbró a ella en el minuto uno y eso que cuando se la colocaron llevaba ocho meses sin caminar. Incluso se atreve a conducir porque el coche es automático.
“No he tenido ningún dolor, ni tampoco la sensación de los llamados nervios fantasmas. Nunca he tenido que tomar pastillas, como mucha gente que lo pasa muy mal, porque sienten que tienen pierna todavía, se apoyan y se caen, y a mí no me ha pasado”, dice.
Esta diabetes, dice, le llegó por la edad. Es verdad que le gusta mucho el dulce, pero los médicos le dijeron que no tenía nada que ver: “ha debido ser por la edad, el estrés…”, explica.
En el día a día echa de menos no poder comer dulce, porque le encantan los pasteles. Por otra parte nunca ha fumado ni bebido alcohol.
José relata que cuando le cortaron la pierna no fue un momento traumático. Debido a la falta de riego sanguíneo primero le apareció una herida en la parte baja del dedo y le dijeron que había que cortarlo, porque se podía pasar al otro, que también se lo cortaron al cabo de un tiempo, y así hasta cuatro falanges amputadas.
“No hacía más que ir al hospital, era casi como mi hotel: la cama era como mi despacho lleno de papeles, y dibujos”….hasta que el médico le anunció que la mejor solución era amputarle la pierna .El preguntó cuando sería y el doctor respondió que en tres días, y pidió poder ver la amputación….”
Actualmente se pincha insulina (20 unidades) por la noche, y aunque lleva un año sin practicar buceo, su deporte favorito, está dispuesto a retomarlo “porque se puede hacer perfectamente sin una pierna”.