Salva Budiño Martínez (Aldán-Cangas do Morrazo, 1962) es la cara visible de la asociación Diabetescero (Dt0) en Pontevedra. Ellos mismos se definen como un movimiento de padres de niños diabéticos y adultos con esta enfermedad cuyo objetivo es el seguimiento y financiación de una investigación «real y duradera» para darle una solución definitiva a esta dolencia.
Se trata de un colectivo de ámbito nacional que arrancó en el año 2014 de la mano de la inquietud de unos padres en Andalucía. En esa comunidad autónoma y en ciudades como Sevilla o Málaga es donde tiene mayor implantación. ¿Y cómo llega Diabetescero a Pontevedra? Salva Budiño lo explica. «Cuando mi hijo con 6 años debutó -como se dice paradógicamente- en la diabetes tipo 1 empecé a buscar información y descubrí la asociación en Internet. Me interesó el planteamiento y les mandé una carta. Me contestaron, me convencieron y decidí sumarme».
En la ciudad ya existe una asociación de niños con diabetes, Anedia, a la que también pertenece Salva Budiño y su familia. Subraya que esas asociaciones son necesarias porque contribuyen a hacer visible la enfermedad, pero hace hincapié en que la finalidad de Diabetescero es otra: la investigación en hospitales e institutos públicos. Quieren evitar el control farmacéutico.
De momento no tienen sede en la ciudad, pero esperan poder contar con un espacio en la antigua Delegación de la Xunta en Benito Corbal. «Queremos crear un grupo de trabajo para organizar eventos con los que recaudar fondos», relata. La primera iniciativa que Diabetescero ha llevado a cabo es su presencia a la Xerencia del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés. Lo que buscan es darse a conocer en el ámbito sanitario (hospitales y centros de salud) para que pacientes y familiares sepan de su existencia. Lo harán con una campaña de carteles. «Hace un mes y medio me entrevisté con los doctores Soto y Couceiro, directora de Procesos con Ingreso y jefe de Pediatría del Chop, respectivamente, y la acogida fue muy buena», apunta.
Todo el que quiera contactar con el colectivo o recibir información puede dirigirse a la web diabetescero.com o a su página de Facebook. Estar al frente de la asociación necesita de tiempo y dedicación. Salva Budiño lo asume. «Soy funcionario en un instituto en Tenorio (Cotobade) y por suerte tengo la disponibilidad horaria que otras personas no tienen. Pero decidí implicarme porque creo en el proyecto y en la investigación», remacha. La diabetes infantil no es una enfermedad invalidante, pero que sí conlleva un cambio total de hábitos en las familias. Él como otros muchos lo vivió y lo vive en sus carnes. «Mi hijo, que ahora tiene ocho años, lo lleva muy bien, yo peor. Aunque la enfermedad les hace ser más responsables». Su mayor preocupación son las noches. «Por el día se controla él, por la noche lleva un parche, que no cubre la Seguridad Social, y hay que controlar el azúcar cada cuatro o cinco horas para que no sufra una hipoglucemia».
Desde Diabetescero exponen que en España hay investigaciones en marcha sobre la enfermedad en Sevilla, Cádiz, Córdoba, Madrid, Bilbao o Barcelona. Lo que se plantea la asociación para el futuro es invertir en una investigación concreta avalada por expertos. «Hay un dinero recaudado, que no se dice, para cuando llegue ese momento. Estamos muy bien asesorados por la Sociedad Española de Diabetes (SED) y el siguiente paso será convertirnos en una fundación para darle mayor estabilidad jurídica», comenta el delegado de Dt0 en Pontevedra.
Salva Budiño alude a que la investigación sobre la diabetes en España se centra en dos líneas. «Usando una terminología coloquial, que entienda todo el mundo, una línea consistiría en dotar a las células beta del páncreas, que son las que producen insulina, de una especie de escudo, de encapsularlas para que queden protegidas. Y la otra línea apostaría por engañar al sistema inmunológico para que no ataque a esas células beta». Países como Estados Unidos realizan trasplantes de páncreas.
La diabetes, especialmente la tipo 1, más frecuente en los niños, obliga a controlar la alimentación y los niveles de azúcar. La práctica deportiva es recomendable. Aunque los menores llevan una vida normal, sus padres no se resignan. «A día de hoy no hay cura, pero hay muchas líneas de investigación y a corto o medio plazo se puede encontrar una solución definitiva», concluye Salva.