Cuando debuté el pasado 1 de enero de 2014 a la edad de 38 años, me tomé demasiado en serio aquello de “año nuevo vida nueva”. La primera reacción tanto mía como de mi familia fue de asombro e incredulidad. La segunda, supongo que fue de rabia.
Recuerdo que la primera noche en el hospital fue bastante dura y le daba muchas vueltas al coco. No hacía otra cosa que pensar cómo me iba a afectar a mi vida diaria, ¡era toda una incógnita en ese momento!.
Sin embargo, tengo un sobrino que es diabético desde hace más de 10 años y eso hizo que tuviese ya un cierto conocimiento sobre la propia enfermedad y sobre las rutinas diarias de una persona con diabetes.
Juanra Ortega y su hijo mayor en la meta de la media maratón de Vitoria
Por otro lado, hace unos años estuve en la presentación de un vídeo de un escalador diabético en Donosti, Mikel Vera, en el cual demostraba cómo había roto muchos tabúes al practicar un deporte de riesgo como la escalada y hacerlo además a un nivel muy alto.
En mi época de montañero conocí a Rubén, otro escalador de altísimo nivel que también tenía que lidiar con la diabetes. Además, casualidades de la vida, apenas hacía un mes que había leído una crónica en un foro en el que Álvaro, un diabético vitoriano, contaba cómo había ido a la maratón de Amsterdam a bajar de 3 horas.
Esos ejemplos fueron los que me mantuvieron a flote esa primera noche. Que el médico te diga que vas a poder hacer “vida normal”, te suena un poco a palabras para subirte el ánimo que en esos primero momentos cuesta creerlas, sin embargo la crónica del maratón de Ámsterdam era algo real, ¡eso sí que tenía credibilidad!. Así que, tras el shock inicial, al segundo día ya estaba pensando que si, a pesar de la diabetes, ellos habían conseguido llegar hasta dónde se han propuesto llegar, realmente es posible volver a hacer vida normal y plantearse nuevos retos. El único problema era saber cómo.
Un apasionado del atletismo
Me encanta el deporte, sobre todo atletismo. De hecho el debut me pilló comenzando a preparar el maratón de Vitoria. Por entonces salía a correr entre 5 y 6 días por semana, y mis primeras dudas fueron precisamente en saber cómo me afectaría la diabetes. Desde el primer momento mi endocrina me dijo que podría volver a correr, lo cual fue muy gratificante y esperanzador. No solo eso sino que me dijo que era muy recomendable correr todos los días y que me ayudaría mucho a tener controlada la diabetes. Claro que una cosa es poder salir a trotar y otra muy distinta poder entrenar fuerte. Me dijo que tendría que tener paciencia ya que pasaría bastante tiempo hasta volver a hacerlo de manera intensa como hasta ese momento, primero había que aprender a controlar los niveles de glucosa.
Luego me he dado cuenta que el modo de ver la relación deporte-diabetes ha cambiado mucho en los últimos tiempos ya que no hace tantos años que cuando alguien debutaba como diabético le recomendaban no hacer grandes esfuerzos o deportes de riesgo. Ahora, al menos en mi caso, nunca fue un “no podrás” sino un “si consigues mantener la glucosa controlada puede ser posible”. Y eso es de agradecer.
Las limitaciones vinieron un poco en forma de plazos y de intensidad del ejercicio. Lo que para mí un trote tranquilo de una horita era un entreno muy asequible y sin demasiado esfuerzo, para la endocrina era “un entreno muy exigente”. En cuanto a los plazos, más o menos se dejaba entrever que podría volver a trotar de nuevo en primavera. Lo cual he de decir que en esos momentos me fastidiaba pero me lo tomé como un mal menor, como una lesión de 3 o 4 meses.
La diabetes, un reto más que un problema
Me propuse aprender todo lo posible respecto a la diabetes para volver a mi vida normal cuanto antes. Lo asumí más como un reto que como un problema. Tras el diagnóstico tenía una necesidad muy grande de comprobar por mí mismo que era posible hacer una vida normal y desde el primer momento tuve claro que el día que pudiese volver a entrenar a tope sería la confirmación de que lo había conseguido. Es decir, si podía volver a llevar a mi cuerpo a su límite físico sin que la diabetes fuese un impedimento eso implicaba que el resto del tiempo en mi día a día también estaría bajo control.
El deporte, mi gran aliado
De pocas cosas en esta vida estoy tan seguro como de que la práctica de ejercicio físico ha sido un acierto total. No sólo me ayuda a tener la diabetes mejor controlada sino que a nivel anímico y mental también es importantísimo.
La glicosilada ha bajado mucho, debuté con un valor de 11,4 en enero y a finales de marzo de ese mismo año ya había bajado a 6,4. Un bajón de 5 puntos en 3 meses. A finales de año ya tuve valores por debajo de 6 y en este año 2015 de momento siguen estando por debajo además sin apenas hipoglucemias, algo muy importante. Al hacer deporte todos los días la dosis de insulina basal que me pongo baja muchísimo y eso, junto con una alimentación adecuada, colabora en poder mantener niveles de glucosa bajos (en torno a 90 - 100) sin que se produzcan hipoglucemias.
Sin duda el deporte es fundamental para conseguir este control ya que disminuye los niveles de glucosa en sangre, aumenta la sensibilidad a la insulina y te permite caprichos en la alimentación que hace que a nivel mental no suponga tanto incordio, ya que no tienes que ser tan estricto con la dieta.
En definitiva, animo a todos aquellos que con diabetes quieran practicar deportes intensos que lo primero que deben hacer es aprender a controlarse bien en el día a día pero que no se queden ahí, que vayan pasito a pasito, poco a poco hacia el objetivo que se hayan propuesto. Con paciencia pero sin parar. Hay que aprender a adaptar la diabetes al deporte y no al revés. No hay más secretos.
Equipo de luchadores
Actualmente formo parte de dos equipos de deportistas con diabetes: el DT1 Team ( Link y el TeamOne ( Link Para mí ha sido vital formar parte de esos equipos porque te aprovechas de la experiencia de otros deportistas que llevan ya años lidiando con la diabetes y eso te permite sacar conclusiones y solucionar problemas con mucha rapidez. Es un grupo de gente que cuando estás bajo de moral te pone las pilas para que levantes el ánimo y sigas adelante, pero que cuando estás eufórico también te pone los pies en la tierra y te recuerda que no bajes la guardia, que la diabetes es una pelea diaria y que si lo haces está al acecho y no perdona.