En el Hospital de Especialidades Pediátricas se diagnostican todos los meses hasta tres niños y adolescentes con diabetes.
Pero tras esa tragedia, las pequeñas víctimas y sus familiares padecen otra: los medicamentos para tratarlos escasean.
Mirianeth Ávila está desesperada porque no consigue a tiempo los medicamentos que necesita su hija, quien a los cuatro años fue diagnosticada con diabetes infantil.
“El azúcar de ella no baja de 273 (miligramos por decilitro), lo peligroso es que de los 250 para arriba es peligroso. Si no estoy pendiente, me cae en un coma diabético”, dice.
La niña necesita un tipo de insulina que no se consigue con facilidad y es cara.
“Hay desabastecimiento (en las farmacias públicas). Y encima, antes compraba la insulina de una pluma en una, ahora las farmacias quieren vender el paquete de cuatro plumas, por $80”, agrega.
En el centro de salud de Paraíso, donde comúnmente se consigue el medicamento, reconocen que están tramitando su abastecimiento.
Leonardo Labrador, funcionario del centro médico, explica que la insulina es de “estricto cuidado porque debe estar en refrigeración para no ser contaminado”. “Debe ser pedido según los pacientes que lo ameriten”, agrega.
Neri Vega, de Los Santos, padece otra cara del problema. Su sobrino con diabetes necesita medirse el nivel de glucosa en la sangre e inyectarse dos veces al día.
Pero la Caja de Seguro Social le está exigiendo que devuelva el glucómetro que usa el menor, porque quedó sin seguro.
“Nos lo entregaron en la policlínica de la ciudad de Los Santos, y ahora están exigiendo la devolución: ¡pero sin ese aparato él no puede estar!”, reclama.
Liliana Nil, del Hospital de Especialidades Pediátricas, sostiene que un niño con pérdida de peso, cansancio, somnolencia, que toma mucha agua y orina con frecuencia puede estar padeciendo de diabetes.
El hospital donde trabaja atendió el año pasado a 230 pacientes.