El papel de los papás es decisivo. Pero se necesita saber enfrentar estas problemáticas con gran lucidez.
La diabetes en los niños. ¿Cómo reconocerla y qué consejos se les pueden dar a los padres? Il Corriere della Sera (21 de febrero) presenta, en nueve puntos, la enfermedad y cómo comportarse cuando se presenta.
1 – Qué es la diabetes mellitus tipo 1
La diabetes mellitus tipo 1 es una patología metabólica crónica auto-inmune en la que el páncreas no es capaz de producir insulina. En Italia, alrededor de 20.000 niños y adolescentes conviven con la diabetes mellitus. La incidencia de esta patología está en aumento en todo el mundo y no sorprende que hoy la diabetes mellitus represente la enfermedad endocrina más frecuente de la edad pediátrica (fuente: Sociedad Italiana de Pediatría).
2 – Exceso de glucosa y orina
A diferencia de la diabetes tipo 2 más frecuente en el adulto y secundaria la resistencia a la insulina, en el niño la causa de la hiperglucemia es la reducción progresiva de la producción de insulina debido a la destrucción de las células beta pancreáticas auto-inmunes básicas (las células que dentro del páncreas son designadas para la producción de tales hormonas).
La progresiva destrucción de las células beta comporta una lenta pero inexorable reducción de la producción de insulina y, en consecuencia, un exceso de glucosa en la sangre (hiperglucemia) que es eliminada por el organismo a través de la orina (glucosuria).
3 – Síntomas
Al principio de la diabetes, la glucosuria comporta un aumento en la frecuencia de las micciones y de la cantidad de orina y la madre puede quedar perturbada por el hecho de que el niño se despierte cada vez más seguido por la noche para orinar.
En resumidas cuentas, los síntomas característicos de la diabetes mellitus tipo 1 al principio son:
- sed intensa y frecuentes ganas de orinar
- pérdida de peso rápidamente, a pesar del aumento del apetito
- pérdida de azúcares en las orinas (glucosuria)
En la fase más avanzada y más grave se llega a:
- respiración pesada y fatigosa
- aliento acetonémico (con olor a manzanas podridas o vinoso)
- cansancio
- sudoraciones, pérdida de la consciencia
4 – Examen de sangre
El diagnóstico de la diabetes se hace a través de simples exámenes de sangre que pueden ir seguidos de un estudio del pediatra utilizando una simple gota de sangre o una muestra de orina. La presencia, de hecho, de hiperglucemia (valores superiores a 125 mg/dl después de un ayuno de 8 horas y/o superior a 200 mg/dl independientemente de las comidas), de glucosuria y chetonuria son paradigmáticas de la diabetes.
5 – Hipoglucemia
La hipoglucemia (repentina caída de los azúcares en la sangre con una glucemia inferior a 70 mg/dl), es la complicación más temible en los jóvenes con diabetes tipo 1. Puede ser asintomática pero, en el caso en que la glucemia descienda velozmente puede dar una sintomatología característica debida a la activación de las hormonas contra reguladoras de la insulina (glucagon y adrenalina).
Síntomas iniciales: palidez, sudoración, temblores, hambre, palpitaciones, a las que, si la condición persiste, se pueden añadir la confusión mental, la desorientación y la debilidad.
En esta fase todavía se puede controlar, tomando líquidos azucarados (un vaso de una bebida azucarada o un jugo de fruta o una cucharada de miel, que corresponden a alrededor de 15 gramos de azúcar).
Respecto a los sólidos es mejor tomar líquidos porque éstos llenan el estómago más rápidamente encaminándose por “el camino del agua” por eso llegan más rápidamente al primer tracto del intestino, el duodeno, donde son absorbidos.
6 – Hiperglucemia
La hiperglucemia es cuando el nivel de glucemia sube por una comida demasiado abundante, o por haber comido alimentos “equivocados”, o por una enfermedad concomitante (como la gripe) o por haber practicado un tratamiento de insulina insuficiente o por haberse saltado el tratamiento.
Los síntomas de alarma son: la necesidad de orinar con frecuencia, mucha sed, cansancio, vista nublada, irritabilidad, dificultad para concentrarse, cefalea. Es importante controlar enseguida la glucemia y efectuar un suministro de insulina, según lo que aconseje el especialista pediátrico.
Si existe una presencia de chetonuria o de glucemia persistentemente elevadas con hiperchetonemia se recomienda advertir inmediatamente al médico.
7 – Los tratamientos
El tratamiento de la diabetes tipo 1 se basa en el suministro de insulina integrada en una programa nutricional y de actividad física individualizada. Los especialista pediátricos están de acuerdo en el hecho que el régimen terapéutico que prevé tres o cuatro suministros de insulina o el micro-infusor subcutáneo, representan el mejor enfoque terapéutico útil para retardar o prevenir las complicaciones.
El esquema de cuatro inyecciones llamado “basal-bolus”, prevé la administración de insulina basal una vez al día, normalmente antes de ir a dormir, y la administración de bolo de insulina ultrarrápida o rápida humana en las comidas en dosis calculables sobre la base de la glucemia preprandial y en la cantidad de carbohidratos consumidos.
8 – Reglas a seguir
Es importante que la persona con diabetes siga algunas simples reglas de vida para alcanzar una buena calidad de vida; algunas son obvias e imprescindibles, otras dependen del carácter y la personalidad de cada uno.
Es imprescindible tomar regularmente los medicamentos; seguir una alimentación correcta, hacer actividad física; perder peso, si se tiene sobrepeso, y buscar no engordar; mantener los niveles de presión y de colesterol bajo control, a través de la dieta, el ejercicio físico y posiblemente recurriendo a medicamentos prescritos por el médico.
Es importante también efectuar controles anuales de los órganos que son el blanco de la diabetes (ej. Ojos, corazón, riñones); efectuar cribados de las patologías auto-inmunes asociadas con la diabetes (tiroiditis en el 15% de los casos, la enfermedad celíaca en el 6% de los casos); efectuar controles periódicos dentales; controlar la higiene de la boca después de cada comida (lavarse los dientes y usar hilo dental): la diabetes, de hecho, aumenta el riesgo de la parodontopatía (infecciones en las encías).
Hay que examinar a menudo los pies, incluso entre los dedos, después de haberlos lavado con agua tibia y secarlos, prestando atención a la aparición de ampollas, pequeñas heridas, enrojecimientos; aprender las mayores cosas posibles sobre esta condición y sobre cómo se debe gestionar mejor.
9 – Los papás
La comunicación de una condición crónica como la diabetes determina una desestabilización en la vida familiar porque, desde el inicio, son necesarios cambios profundos del estilo de vida tanto para el paciente como para la familia, cuanto más si se trata de niños y/o adolescentes.
La gestión de la enfermedad se confía, por lo general, a uno de los padres que se “hace cargo” de todas las problemáticas médicas y “no” del propio hijo y esto comporta, inevitablemente, por parte del niño un cierto grado de dependencia que dificulta volverse autónomo respecto a sus coetáneos.
La mayor parte de los padres, al principio de la diabetes, advierte un pesado sentido de “responsabilidad” por la enfermedad del hijo, que fácilmente desemboca en un injustificado sentimiento de culpa, ansiedad y depresión. En algunos casos el padre, más frecuentemente la madre, puede creer que, al reducir los compromisos sociales y/o laborales, pueda tener más tiempo a disposición para controlar la salud de su hijo, con el resultado de asumir a menudo actitudes sobre protectoras.
La sobre protección por parte de los padres, en relación al hijo enfermo, puede impedir al niño desarrollar una autonomía en la gestión de la enfermedad y la progresiva independencia emotiva del núcleo familiar.