Gracias a un tratamiento inmunosupresor y al autotransplante de células madre de la médula ósea realizado en el Hospital Universitario (HU), de la Universidad Autónoma de Nuevo León, siete pacientes con diabetes tipo I lograron suspender el uso de insulina.
Una parte del proceso implica la estimulación en la producción de células madre, las cuales son extraídas y luego se inyectan nuevamente al organismo como si fuera una transfusión de sangre.
“No tenemos la certeza de que las células madre se conviertan en productoras de insulina, pero sabemos que son capaces de viajar a la zona afectada del páncreas y reparar los tejidos inflamados que impiden que se genere esta hormona”, dice Fernando Lavalle González, coordinador de Enseñanza del Servicio de Endocrinología del HU.
“El trasplante detiene el proceso destructivo del sistema autoinmune y eso da reposo a la células beta. El resultado esperado es incrementar dichas células porque se ha eliminado el estímulo que las estaba destruyendo”, explica el doctor Lavalle González.
Es por ello que los candidatos a este tipo de tratamiento deben ser pacientes recién diagnosticados a fin de que el páncreas cuente aún cuenta con tejido potencialmente funcional para ayudar a estabilizar a las células dañadas y contribuir a que se restaure su capacidad para producir insulina.
En la otra parte del proyecto, los medicamentos utilizados modulan o modifican la respuesta inmunológica del cuerpo, pues la diabetes tipo I provoca que las defensas del organismo ataquen a las células beta o productoras de insulina, las cuales abarcan 10 por ciento del páncreas.
“El defecto de la producción de los anticuerpos tiene que ver con la genética y eso no se lo podemos cambiar con el trasplante, pero sí podemos lograr que dejen de producir anticuerpos y esto le da una pausa a las células que producen insulina para volver a funcionar”, indica el endocrinólogo.
Aclara que no es difícil que se relacione el trasplante con el hecho de tomar medicamentos de por vida para evitar el rechazo, pero al tratase de un autotrasplante no requiere ningún tratamiento especial, ni fármacos por siempre.
Nueve de cada 10 personas con diabetes tipo I podrían ser candidatos a este tipo de tratamiento, cuyo costo se estima podría ascender a 70 mil pesos, especialmente por el precio de los medicamentos.
Lavalle considera que es un éxito que los pacientes sometidos al tratamiento reduzcan su dependencia a inyecciones de insulina, pues hay quienes requieren entre cuatro y cinco dosis por día, por lo que conseguir que esto disminuya a una única dosis diaria es un resultado que impacta positivamente en la calidad de vida de las personas.
“No se trata de una curación, sino de detener el avance de la enfermedad y buscar pacientes libres del uso externo de insulina, aunque son personas que deberán seguir teniendo control y revisión médica”, asegura Lavalle.
Respecto a las posibilidades de recaída, Lavalle insiste en que se trata de una enfermedad cuya carga genética es crucial. “Los genes no se los podemos cambiar a los pacientes”, lanza. “Las personas podrían nuevamente producir anticuerpos y, en ese caso, las células beta disminuirían y el individuo volvería a tener diabetes”.
El tratamiento, elaborado en el Hospital de la UANL fue publicado en la revista de la Sociedad Americana de Endocrinología, una de más relevantes a nivel mundial.
Aunque en otros países ya existe este tratamiento, el HU es el primero a nivel mundial en llevarlo a cabo de forma ambulatoria y con una reducción en costo de hasta el 80 por ciento.