La diabetes es una patología crónica que no sólo cambia la vida de la persona a la que se le diagnostica, sino que supone un vuelco también para la de sus seres queridos: familia, pareja, padres o amigos.
Un entorno, el de la persona con diabetes, al que se conoce como “tipo 3”. Tras años de trabajo con pacientes y familiares, se ha comprobado lo necesario que es que el “tipo 3” también se adapte a esta realidad, aprenda a convivir con la diabetes y conozca las características de esta patología, ya que de ello dependerá el poder apoyar y entender lo que le pasa a su familiar.
Ellos también sufren las consecuencias de la patología y sus posibles complicaciones, a pesar de no padecerla, tal y como señala el estudio “Actitudes, deseos y necesidades de las personas con diabetes (DAWN2)”, que refleja que un 63% de los familiares de personas con diabetes aseguran tener miedo y ansiedad ante un empeoramiento severo de la patología de su ser querido. Además, entre los temas que más les preocupan están las hipoglucemias: un 66% de los encuestados confiesa temer que sus familiares sufran una hipoglucemia nocturna por no haber podido ofrecer la máxima atención necesaria.
En este sentido, las ideas claves para poder convivir con la diabetes están en la formación, el diálogo y la actitud. La actitud del familiar depende en buena parte de la que a su vez tenga la persona que tiene diabetes, y de ahí la importancia de ser positivos. Lo ideal es que las personas del entorno apoyen a su pareja o persona querida en el día a día. Que pregunten sobre la diabetes en general y, así, saber cómo ayudar, cómo facilitar su día a día, etc. Además, es una manera también de aprender y compartir con la propia patología.
Para el presidente de la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE), D. Andoni Lorenzo Garmendia, “el diálogo es la clave para que uno pueda entender lo que le pasa a la persona con diabetes. La experiencia nos dice que cuando uno de los cónyuges tiene esta patología o cuando debuta un hijo, la convivencia y el día a día son más complejos, y hace que en ocasiones surjan conflictos que deben ser solucionados mediante el diálogo, porque una patología crónica no sólo la sufre el paciente, sino también su entorno”.
La pareja, el compañero, el familiar de una persona con diabetes deber ser el “perfecto colaborador” que ayude en la gestión de la patología y la vida en común. Para ello es importante que tenga en cuenta una serie de recomendaciones: Ofrecer ayuda, pero sin agobiar: no se debe preguntar constantemente sobre la patología, y no es aconsejable llevar un control riguroso de lo que come o hace la persona con diabetes; Adoptar hábitos saludables para toda la familia: especialmente respecto a la alimentación y a la práctica de actividad física; Formación: es importante aprender todo lo que necesario acerca de la diabetes. El conocimiento es crucial, por ejemplo, en el caso concreto de que el familiar tenga una hipoglucemia grave.