Las personas con dificultades para dormir, ya sea por un trastorno del sueño como el insomnio, no alcanzan las horas de sueño recomendadas y no tienen un descanso suficientemente ‘reparador’ para afrontar el día en unas condiciones óptimas.
Pero este sueño de ‘peor calidad’, además de a la fatiga y la falta de concentración, también se asocia a un mayor riesgo de numerosas enfermedades. Es el caso, por ejemplo, de un mayor riesgo de ictus en las personas mayores.
O en el caso específico de las mujeres, tal y como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard (EE.UU.), de un riesgo muy superior de diabetes tipo 2.
Como explica Yanping Li, directora de esta investigación publicada en la revista «Diabetologia», «la dificultad para dormir se encuentra significativamente asociada a la diabetes tipo 2. Una asociación que, cuando menos parcialmente, se explica por su relación con la hipertensión arterial, un elevado índice de masa corporal (IMC) y los síntomas de la depresión y que, además, resulta particularmente intensa cuando se combina con otros trastornos del sueño».
Insomnes en riesgo
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron la relación entre la dificultad para dormir y la diabetes a partir de los datos de 133.353 mujeres que no habían sido diagnosticadas de diabetes, enfermedad cardiovascular o cáncer en el momento de su inclusión en dos importantes estudios epidemiológicos estadounidenses –el Estudio de Salud de las Enfermeras (NHS; 2000-2010) y el NHS II (2001-2011)–. Concluido el seguimiento de 10 años, un total de 6.407 mujeres acabaron desarrollando diabetes tipo 2.
Y, exactamente, ¿qué quiere decir ‘dificultad para dormir? Pues según lo establecido por los autores, el no permanecer durmiendo durante ‘toda la noche’ o la ‘mayor parte de la noche’. O lo que sería lo mismo, el insomnio.
Los resultados mostraron que las participantes con dificultad para dormir tenían un riesgo un 47% mayor de desarrollar diabetes tipo 2 que aquellas que lograban dormir ‘del tirón’.
Es más; el riesgo de diabetes se incrementó según se combinaban los distintos trastornos del sueño evaluados en el estudio: la referida dificultad para dormir; roncar habitualmente, lo que podría indicar apnea del sueño; dormir menos de 6 horas diarias; y apnea del sueño (NHS) o cambios de turno laborales (NHS II).
La dificultad para dormir se encuentra asociada a la diabetes tipo 2, y esta asociación es más intensa cuando se combinan varios trastornos del sueño.
Concretamente, padecer dos de los trastornos del sueño prácticamente duplicaba el riesgo de diabetes tipo 2, mientras que presentar tres o cuatro conllevaba que la probabilidad de desarrollar la enfermedad se incrementara, respectivamente, hasta tres y cuatro veces.
Hay que dormir bien
En definitiva, y con objeto de prevenir el desarrollo de la diabetes, la población debe evitar conductas poco saludables como serían, entre otras, ganar peso o no hacer nada para controlar su presión sanguínea. Y a ello se sumaría, cuando menos en el caso de las mujeres, procurar dormir bien.
Como concluye Yanping Li, «nuestros resultados constatan la importancia que tienen unos buenos patrones de sueño y dormir las horas suficientes con objeto de prevenir la diabetes tipo 2. Unos hallazgos, por tanto, que deben ser tenidos en cuenta en las futuras investigaciones sobre la prevención de la diabetes en la población en alto riesgo con múltiples trastornos del sueño».