El desafío de este año ha consistido en un 'trekking' a lo largo de los espectaculares parajes de Islandia para acabar escalando el Hekla, un sistema volcánico de unos 40 kilómetros de largo y 7 kilómetros de ancho. Se trata de uno de los volcanes más activos de Islandia, no en vano en la Edad Media los habitantes de la isla lo denominaban 'la entrada al infierno'.
Claudia López, que tiene 18 años y fue diagnosticada de diabetes a los 14, ha sido una de los 8 jóvenes que han participado en este reto con la finalidad de demostrar una actitud positiva respecto a la diabetes tipo 1, y enseñar a la comunidad mundial que si se trabaja en el control de la diabetes, todo el mundo puede atreverse a soñar.
"Ha sido una experiencia increíble, muy enriquecedora, que me ha ayudado a tener mayor consciencia de mi diabetes, a superar miedos, a aprender a gestionar de manera adecuada la enfermedad. Antes del reto tuve que ponerme las pilas para llevar un mejor control de la diabetes: comer mejor, no olvidar ninguna toma de insulina, hacer más pruebas de glucosa, etc.", ha apuntado Claudia, que añade que "evidentemente tenía miedo de no estar suficiente preparada físicamente y de no saber cómo controlar el azúcar haciendo este tipo de deporte. Pero al final todo salió genial."
En representación de ocho países de cuatro continentes, el equipo se ha planteado el reto como una oportunidad para inspirar a otras personas con diabetes tipo 1 en todo el mundo, junto con sus familias y cuidadores. A través de un mensaje de esperanza, su objetivo es motivarlos a ir más allá de su condición y sacar el máximo provecho de cada oportunidad.
A partir de una variedad de diferentes orígenes, edades y experiencia de trekking, los miembros del equipo han tenido que caminar durante horas a través de los espectaculares paisajes que ofrece una tierra como Islandia, situada al borde del círculo polar.
La gestión de su diabetes en estas circunstancias ha sido sólo uno de los desafíos a los que se han tenido que enfrentar. Un terreno complicado para practicar senderismo y las bajas temperaturas han sido escollos que han tenido que superar, además de hacer frente a su programa de inyecciones diarias para mantener controlada la glucosa en sangre.
"Muchos chicos jóvenes que tienen diabetes piensan que les limita para hacer lo mismo que otras personas que no la padecen y, sin embargo, en absoluto eso es así. Durante los días que dura el reto aprenden a convivir con otras personas de distintos países que padecen los mismos problemas del día a día y, de esta forma, juntos ven que realmente pueden superar cualquier obstáculo que les surja. Además la experiencia les permite forjar valores como el compañerismo o la amistad que perdurará a buen seguro en el tiempo", ha explicado el médico de Claudia, el pediatra endocrinólogo del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, Roque Cardona.
Al participar en esta expedición, los miembros del equipo quieren difundir un ejemplo positivo que muestra que incluso cuando un reto es difícil, con la preparación adecuada y un buen conocimiento de las necesidades dietéticas y físicas del cuerpo, es posible controlar la diabetes tipo 1 y abrir la puerta a una vida llena de posibilidades.