El número de niños con diabetes infantil tipo 2, una enfermedad que suele desarrollarse en adultos con sobrepeso o con factores genéticos, va en aumento en Estados Unidos: estimaciones de la American Diabetes Association indican que solo entre 2010 y 2015 se incrementó en un 3%.

La comunidad hispana es una de las más afectadas, no solo por un asunto de genética sino porque, al ser una minoría, enfrenta condiciones socioeconómicas más difíciles.

“Tengo pacientes de 9 años con diabetes tipo 2, a raíz del sedentarismo y los problemas de nutrición”, asegura la doctora Marina Chaparro, experta en nutrición infantil y certificada como educadora de diabetes en Estados Unidos.“Los papás de estos niños generalmente trabajan duro, tienen poco tiempo y, como consecuencia, consumen más comida rápida”.

Según Chaparro, quien dirige un programa que se enfoca en el tratamiento y la prevención de diabetes infantil llamado como Nutrichicos, las estadísticas confirman que los niños latinos son más sedentarios, si se les compara con los de otros orígenes. “Hay factores sociales, culturales y fisiológicos que, combinados, han desencadenado un grave problema de salud”, dice.

Los padres deben estar atentos a ciertos síntomas: manchas en el cuello o las articulaciones (muchos las confunden con suciedad, pero en verdad son muestras de que el cuerpo está produciendo insulina en exceso), niveles de colesterol o de glucosa elevados y, sobre todo, sobrepeso, el factor de riesgo más grave.

Marina Chaparro, experta en nutrición infantil y certificada como educadora de diabetes en Estados Unidos.

Estimaciones indican que el 80% de los diabéticos pesa más de lo que debería, así que es muy importante combatirlo desde temprana edad. Y para ello, lo más importante es la ayuda y presencia de la familia, afirma la especialista.

“Un niño de 9 años no se prepara su comida; lo único que decide es cuánto comer. El sobrepeso es un problema familiar: son los padres quienes hacen las compras en el supermercado. No se les puede obligar a comer cosas que el resto no coma: si el niño ve que todos tienen pastel pero a él le dan brócoli, evidentemente no va a querer comerlo. Papá y mamá tienen que ser ejemplo. Si no cambian sus hábitos alimenticios, sus hijos no lo harán”.

Recomendaciones útiles

*Para prevenir la obesidad y la diabetes, hay alimentos que deben moderarse, especialmente aquellos con azúcares añadidas. No solo se trata de las gaseosas: también de las bebidas deportivas y los jugos procesados. De allí precisamente proviene el consumo más alto de azúcar en los niños. “Es preferible tomar agua, té, leche descremada o leche de almendras (que aportan calcio)”, dice la doctora.

*También es importante enfocarse en el tamaño de las porciones, pues es absurdo que los pequeños coman la misma cantidad que un adulto. La doctora señala que es posible calcular la ración que necesita el niño usando su mano: “La porción indicada de proteína debe caber en la palma de su mano, mientras que la cantidad apropiada de carbohidratos equivale al tamaño de su puño”.

*Aumentar el consumo de frutas y verduras. No solo son saludables sino que contienen mucha fibra y llenan. “Un niño que come mucho tienen un estómago muy grande, así que cuando está intentando bajar de peso y se le reducen las porciones, suele quedar con hambre. Muchas madres concluyen que sus hijos no comen ciertos alimentos porque los rechazaron una vez, pero hay que hacer el esfuerzo para introducirlos nuevamente en su alimentación.

*La idea es que reciban todos los nutrientes: si el niño no consume lácteos, por ejemplo, hay que buscar otras fuentes de calcio. Hay que tomar en cuenta que los requerimientos nutricionales de un niño son completamente distintos a los de un adulto.

*Consultar a nutricionistas infantiles que tengan formación clínica. “No todos los que recomiendan dietas son expertos en nutrición y uno ve muchas cosas sin sentido”, asegura la doctora Chaparro. “He visto a padres que llevan a sus niños diabéticos a lugares donde les dicen que, para bajar el azúcar, les den a los niños sal, pues normaliza los niveles de azúcar. Eso es porque alguna vez escucharon hablar de la dieta alcalina y resulta que, con eso, están poniendo en riesgo la vida del paciente”.

Por Kelly Martínez