El pequeño de ocho años es diabético desde los cinco, pero eso no es impedimento para practicar el deporte que más le gusta, el Fútbol Sala, además del Fútbol 7.

La temporada pasada, el centrocampista logró meter 72 goles y captó la atención de varios clubes.

Ettore Stecchini es un niño que, con sólo ochos años, ya tiene claro a qué quiere dedicarse cuando sea mayor. Puede parecer un niño más de su edad al que le encanta el deporte y sueña con llegar a ser un gran jugador de fútbol sala, ya que lleva desde los tres años practicándolo.

Pero Ettore no lo ha tenido fácil. Y es que cuando tenía cinco años, los médicos descubrieron que el pequeño tenía diabetes, algo que para un niño de esa edad suele resultar complicado de sobrellevar con la práctica deportiva a alto nivel.

Ettore pasó de tener pánico a los pinchazos y llorar cuando veía una aguja, como a todos nos ha pasado alguna vez, a aceptarlo y aprender a vivir con ello, siendo consciente de que si no cumplía su rutina le podía pasar algo muy malo. Es difícil explicarle eso a un pequeño de cinco años, pero más difícil es que lo entienda y lo cumpla a la perfección.

Actualmente, el pequeño Ettore, o «Ettorito» como él mismo se presenta con toda su simpatía, tiene que suministrarse insulina cada tres horas, incluso de madrugada, y estar muy pendiente de los niveles de azúcar de su cuerpo.

La verdad es que ni él ni su familia ha vivido nunca la diabetes como una enfermedad, sino como una «prueba» que le hace la vida un poco más difícil, pero que no le ha sido un impedimento para que sienta y viva el fútbol como lo que es, su gran pasión.

El niño juega dos modalidades de este deporte, fútbol sala y fútbol 7, aunque si tiene que elegir entre las dos, se decanta por fútbol sala. «Si tengo que elegir escojo el fútbol sala porque me divierte más», dice el niño muy convencido de su decisión.

Ettore no se despega del balón desde que tenía tres años y juega al fútbol sala en el equipo de Rincón de la Victoria. A fútbol 7 ha jugado en el Bezmiliana, en el Torremoya y ahora lo hace en El Palo.

El pasado mes de diciembre, el Málaga CF se interesó por el chaval e hizo las pruebas para estar en el club, pero a Ettore no le gustó la idea de tener que dejar el fútbol sala.

Cuando comenzó a jugar su primera temporada en categoría «baby» metió 88 goles y el año pasado, con siete años, jugando en el Bezmiliana, logró marcar 72 tantos, algo que no es muy fácil siendo centrocampista, posición en la que él juega en el fútbol «grande».

Máximo goleador

El año pasado, compitiendo con niños dos años mayores que él, fue máximo goleador de la Liga y del Campeonato de Andalucía. También ha sido campeón de Andalucía con la selección malagueña, campeón de España y campeón de Liga y de Copa con su equipo.

Ettore es el ejemplo de lucha cuando se tiene un motivo, sin importar las piedras que se pongan en el camino. La diabetes marca su ritmo de vida, una vida que no es fácil para su corta edad. Se inyecta insulina desde que se levanta hasta que se acuesta, controlando sus niveles incluso dormido, a las doce de la noche y a las cuatro de la mañana. Él lo lleva muy bien, lo ha aceptado y es consciente de sus obligaciones. La diabetes le ha hecho madurar antes de tiempo.

Ettore convierte sus problemas en retos, y los retos para él están para superarlos. Cuando tiene el azúcar bajo no puede casi ni pensar y cuando lo tiene alto sufre mucho físicamente, los esfuerzos son el triple para él y se le nota nada más dar un paso.

El pequeño elige cuando jugar y dónde, pero siempre que lo hace sabe que debe inyectarse insulina antes y durante del entrenamiento, durante el partido y al final de éste también. Es una constante preocupación para él y su familia, pero no sufre porque está más que acostumbrado.

Con la boca llena, Ettore presume de padre, siendo para él su ídolo, su ejemplo a seguir porque «ha sido muy buen futbolista». Y es que Ettore Stecchini (padre) llegó a lo más alto del fútbol sala, llegando a ser internacional con la selección de Italia.

Su hijo quiere seguir sus pasos. «No me planteo el futuro de mi hijo. Yo llegué a cumplir mi sueño pero lo único de lo que tiene que preocuparse es de disfrutar. Las condiciones las tiene y yo voy a poner todo de mi parte», dice orgulloso Ettore senior.

El deporte sirve al niño de terapia, le viene muy bien porque el ejercicio le baja el nivel de azúcar. Es evidente que existen diferencias entre un niño que lo practica con diabetes y otro que no padece esa «enfermedad»; hay que controlarle la alimentación, la medicación, los desniveles por los que pierde fuerza... pero él va más allá de esos problemas.

El pequeño Ettore quiere ser ejemplo para todos aquellos niños, jóvenes o adultos que creen que no son capaces de lograr lo que se proponen porque están marcados por una serie de problemas que afectan a su salud. Dentro de ese cuerpecito hay un pequeño gigante con un gran espíritu de superación.