La diabetes mellitus es una enfermedad crónica que se ha convertido en un problema de salud pública. Es tan serio el problema, que estamos rodeados de personas que desafortunadamente sufren de este mal, existen familias en donde el papá o la mamá están enfermos, pero además la enfermedad ya alcanzó a alguno de sus hijos y en el futuro probablemente a sus nietos.

Esto lo confirman las siguientes estadísticas, a nivel mundial en el año 2000 había aproximadamente 140 millones de personas diabéticas y a partir de entonces ha tenido un ascenso vertiginoso. En poco tiempo su cifra se triplicó y según la OMS, en 2014 existían 422 millones de adultos con esta enfermedad y su pronóstico es muy preocupante, porque señala que probablemente se duplique en los próximos 20 años.

En el caso de México, la situación es muy similar, en 2006 se estimaba que existían alrededor de 7 millones que padecían diabetes entre los diagnosticados y los que no sabían de su enfermedad, mientras que para 2015 la Federación Internacional de Diabetes estima que hay alrededor de 15.3 millones (entre ambos) con edades que fluctúan entre 20 y 79 años.

En función de las cifras anteriores podemos deducir que para nuestro país, aproximadamente 13 de cada 100 mexicanos padecían de diabetes en 2015. Por ello es muy común que en nuestro entorno encontremos personas con esta enfermedad y lo más alarmante es que una gran parte de ellos no rebasan los 50 años de edad.

Estamos en una situación donde el número de personas con diabetes a diario se siguen incrementando, debido a que la población no hace lo posible por cambiar sus hábitos alimenticios y realizar ejercicio, que son las principales defensas para evitar el sobrepeso y la obesidad que en la mayoría de los casos son la causa de la diabetes.

Sobre todo porque no es fácil para la mayoría de nosotros dejar de comer esos alimentos tan atrayentes y sabrosos (pero ricos en grasas), las deliciosas botanas y las chelas a la hora de los eventos sociales y deportivos, mucho menos los refrescos gaseosos que con el calor que hace, bien helados deleitan el paladar, pero que contienen bastante azúcar.

Inclusive muchas de las personas con diabetes, cuando les señalan que deben cambiar sus alimentos y realizar ejercicio se molestan y dicen frases como "si me voy a morir que sea bien comido" o "de algo me he de morir", "puro cuento del doctor, yo me siento muy bien", "mira mi compadre, está bien gordo y nunca le ha dado azúcar".

Igual sucede con aquellas personas no acostumbradas a realizar ejercicio, es muy difícil que se salgan de su rutina y buscan pretextos como "a esta edad hacer ejercicio", " no tengo tiempo", "me duelen las piernas", "está muy lejos el parque", "mañana empiezo", "a poco nomás con caminar me voy a curar", entre otras excusas.

Esto se ha reflejado en las principales causas de muerte de la población, del lugar 25 que ocupaba como causa de muerte en 1968 y según INEGI, en 2015 la diabetes mellitus y las enfermedades isquémicas del corazón son las principales causas de muerte en México, por lo que se ha vuelto común escuchar la frase "murió a causa del azúcar".

El problema es serio, en México cada año mueren entre 70 y 80 mil personas por diabetes y además fallecen sin haber disfrutado de una buena calidad de vida, debido a los efectos que la diabetes causa en el organismo. Por ello es necesario que poco a poco vayamos cambiando de hábitos alimenticios y realizar ejercicio, porque de lo contrario engrosaremos las estadísticas de mortalidad por diabetes.