En estos días de Halloween y Día de Muertos, los fantasmas y los zombies están a la orden del día. Y hablando de ellos, existe un mito muy presente aún en las comunidades latinas sobre los “sustos” y los “espantos” como causa de la diabetes.
Pero, ¿hay algo de qué preocuparse?
El “susto” en la tradición hispánica es más que una condición emocional. Para muchas personas se trata de una enfermedad que implica malestar general y que puede llevar a otras complicaciones.
“Una persona espantada tiene la piel pálida, como amarilla. No tiene hambre, los niños no crecen, están tristes, tienen mucho sueño, no tienen ganas de hacer nada. Cuando el susto es muy fuerte, la sangre se vuelve agua, tanto que ya no tienen fuerzas, tienen la mirada perdida, los ojos están tristes”, explica Susana Ruíz Martínez, curandera de Oaxaca, en un artículo del Departamento de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México.
Médicos alópatas de esta universidad han intentado entender al susto y sus repercusiones en la salud dentro del imaginario colectivo de los pacientes latinos, y han llegado a esta definición: se trata de “un impacto psicológico de intensidad variada que se padece a consecuencia de factores diversos entre los que se encuentran los de índole sobrenatural (supersticiones), fenómenos naturales (inundaciones, huracanes) y circunscritos en experiencias personales (problemas económicos, crisis de pareja) que emergen como eventualidades fortuitas del todo inesperadas”.
Al detectar que el susto es un estado mencionado comúnmente por los pacientes latinos en Estados Unidos, la University of Nevada en Las Vegas hizo un grupo de enfoque en donde se definieron los siguientes síntomas: pérdida del apetito, aislamiento social, nerviosismo e insomnio. Además, concluyeron que el “susto” es un síndrome relacionado con nuestra cultura que tiene que ver con una pérdida de la condición normal de la persona después de haber vivido un acontecimiento que la dejó impresionada.
¡Parece que viste a un muerto!
Pero, ¿puede la superstición relacionada con un susto ocasionar que tu cuerpo altere sus funciones al punto de provocarte una enfermedad crónica? Primero habría que entender qué ocurre cuando sufrimos una reacción emocional intensa como el estrés, el espanto o el enojo.
Imagina que te quedas sin trabajo de un día para otro y con muchas cuentas por pagar. Cuando tu cuerpo detecta que está bajo amenaza se pone en estado de alerta produciendo hormonas como la adrenalina que hacen que los niveles de glucosa y otras reservas (como la grasa) se disparen para que tengas la energía suficiente para defenderte, o en este caso para buscar un nuevo empleo.
Pero un susto en una persona sana no provoca fallas en el metabolismo ni modifica para siempre la forma en que su cuerpo utiliza la energía de los alimentos; sus propios mecanismos regulatorios la mantendrán en un rango normal incluso en un estado de estrés prolongado. Sin embargo, ¿qué pasa si tus células son resistentes a la insulina? El azúcar en tu sangre aumentará sin tener a dónde ir, y se acumulará hasta provocarte una crisis de salud.
En qué sí deberías creer
Un estado de estrés súbito combinado con otros factores hereditarios y ligados a diversas condiciones de salud (obesidad, hipertensión, prediabetes o diabetes) sí puede llevar al diagnóstico de una enfermedad crónica.
3 de cada 10 personas que viven con diabetes en Estados Unidos no están enteradas de que la tienen y la comunidad latina es casi el doble de propensa a padecerla, según la American Diabetes Association. Las personas que tienen diabetes o prediabetes y no lo saben (y por lo tanto no siguen ningún tratamiento médico), pueden sufrir una descompensación importante derivada de un buen susto que las lleve al médico.
Si vas al doctor porque no te sientes bien, es posible que este acontecimiento pueda parecer la causa cuando en realidad fue solo el detonante que te llevó al diagnóstico.
Curados de espanto
Además de llevar un buen control de la diabetes a través de medicamentos y una dieta supervisada, es importante aprender técnicas de control de estrés y ejercicios de relajación que te ayuden a nivelar mejor tu glucosa sanguínea.
Un estudio de la Duke University demostró que técnicas como la respiración profunda, la relajación progresiva de los músculos y los pensamientos positivos redujeron el riesgo de complicaciones mayores (enfermedad cardiaca, problemas de visión, fallas en los riñones y daño nervioso) en los sujetos participantes. Empieza hoy con este ejercicio para concentrarte en la respiración recomendado por la Harvard Medical School:
- Encuentra un lugar cómodo o silencioso para sentarte o acostarte.
- Inhala lentamente a través de la nariz permitiendo que tu pecho y la parte baja de tu estómago se eleven mientras llenas tus pulmones.
- Deja que tu abdomen se expanda por completo.
- Exhala lentamente por la boca.
- Practica la respiración profunda mientras cierras los ojos y evocas imágenes que te tranquilicen y quizá una palabra o frase que te ayude a concentrarte y a relajarte.