“No existen los límites”. La frase que puede leerse en tantas pantallas y en tantos papeles yacía en la cumbre del volcán Lanín quizás con más fuerza que en cualquier otro contexto. Estaba ahí, tan imponente como ese paisaje neuquino enclavado entre lagos y valles, justo en el arco que simbolizaba el final de una travesía que -precisamente- confirmaba esa tesis: la de cinco personas con diabetes tipo 1 que ascendieron, a pie, 50 kilómetros por la ladera del volcán.
La postal y la travesía en cuestión pertenecen al último fin de semana de febrero, cuando los cinco integrantes de Team D, un grupo de running para personas diabéticas, realizaron el recorrido en dos días. Una escalada que buscó trascender la superación personal. “La idea es transmitir un mensaje. El objetivo fue que sirva de ejemplo, mostrar que se puede y motivar a otros”, cuenta a Clarín Carolina Rieger, Licenciada en Nutrición y coordinadora del equipo sobre la esencia de una movida denominada “Con diabetes se puede”. Un lema que, para Carolina, puede trasladarse a cualquier rincón de la humanidad. “Con diabetes se puede, y con la excusa que tengas también”, agrega.
Fueron 8 horas de trekking el primer día y 5 horas el segundo, con el cruce a Chile en el medio y con un desafío más allá de la pendiente y la distancia: el de controlar los niveles de glucosa. “Mantener la glucemia controlada es esencial para el éxito de la travesía. Hay dos riesgos: Tener una hipoglucemia, que el azúcar en sangre baje mucho y perder la conciencia o estar muy elevado, que se manifestará con falta de oxigeno, dolor de cabeza y nauseas”, explicaban desde Team D en la previa. A pesar de que tres médicos acompañaban a los cinco deportistas, se dejaba que cada uno hiciera “su propia experiencia”. “Si algo no estaba bien, se lo decía en forma grupal”, explica Carolina.
Los integrantes de Team D se miden los niveles de glucosa antes de salir.
Otro de los posibles inconvenientes era el “efecto residual de la insulina”. “Durante el trekking ellos están alerta a los síntomas y corrigiendo con comida o sus inyecciones de insulina rápida los valores que van registrando, pero por la noche, la insulina sigue actuando y no es posible prever cuánto afectará los valores de cada uno”, adelantaban desde la organización. Por eso, como precaución, los integrantes del equipo durmieron en duplas en el campamento ubicado a mitad del recorrido.
El primer día, marcado por el frío, recorrieron 25 kilómetros, en los cuales se pasó por la cima del Cerro Colorado. “Espero que este evento sea una semilla para que todos puedan ver lo que se puede lograr cuidándose, con todas las imperfecciones que uno pueda tener como diabético. Lo importante es ponerle ganas y animarse”, dijo tras la primera jornada Marcelo Isnardi, un abuelo que puede hablar con autoridad en la materia: en su currículum figura una escalada al Himalaya.
“Yo salí más alta de lo recomendado, probablemente por miedo y ansiedad. Pero fui tomando agua y corrigiendo”, contó sobre sus dificultades Adriana Skudicky, quien hacía su primera experiencia en este tipo de travesías y al segundo día logró regular sus niveles de azúcar. Todo un aprendizaje para quien hace ocho años, a sus 48, comenzó a lidiar con la diabetes y recorrió un camino más largo que el realizado por el Lanín. Uno que fue desde los días en los que no se animaba a correr sin su cartera a cuestas al de estos tiempos de plena superación.
El desafío también tuvo otros protagonistas que confirman que “con diabetes se puede”. Como Leti Vázquez, una abogada de 30 años, a quien desde Team D consideran “un pilar fundamental del equipo”. O Samantha Burgos y Christian Galli, los que siempre corren con la sonrisa a cuestas a pesar de las dificultades.
Team D surgió en el 2012 por iniciativa de Rieger y de Valentina Kogan, arquera de la selección de handball, quien es diabética tipo 1. Luego llegó el auspicio de Sanofi para hacer posible que hoy 25 personas se entrenen, con dos profesores, los lunes y miércoles en el Rosedal de Palermo. Es un grupo reducido pero que apunta a llamar la atención a la sociedad. “Esto es inspiracional, lo hacemos porque sabemos que ver esto lleva a la gente a animarse”, destaca Rieger.
“Por lo general los que llegan lo hacen con miedo, no se animan a hacer mucho. Pero luego de un tiempo de trabajo ellos se sueltan y transmiten sus conocimientos a los demás”, agrega Carolina, quien enfatiza que “es un running team tradicional, no conformado con deportistas de élite pero sí con un grupo de gente que hace más fácil acercarse”.
Desde su formación en nutrición y su experiencia en el área, Rieger asegura que “cuidándose, los diabéticos pueden hacer todo, salvo alguna excepción muy puntual en los que se pueda poner en riesgo la coagulación, como en el paracaidismo”. Hoy en día, los diabéticos “solo tienen que hacer experiencia en el manejo de la dificultad”. Con esos recaudos, ellos pueden. Como todos.