Este fármaco inmunomodulador sería capaz, en un subgrupo de pacientes, de preservar la función de las células beta. Los investigadores anuncian estudios más amplios y en combinación con otras terapias.
La administración del fármaco inmunomodulador alefacept (Amevive, de Astellas), autorizado por la FDA para psoriasis, ayudaría a preservar el funcionamiento de las células beta durante al menos dos años en pacientes con un diagnóstico reciente de diabetes mellitus tipo 1 (DM 1).
La revista The Journal of Clinical Investigation publicaba la semana pasada resultados positivos del estudio de fase II T1dal que, según explican a CF expertos españoles, abren una vía esperanzadora en la búsqueda de estrategias para retrasar la evolución de la DM1 y mejorar el pronóstico de la enfermedad.
La importancia de este esfuerzo se basa en que mantener un nivel, aunque sea modesto, de segregación de insulina endógena trae consigo importantes beneficios a largo plazo. Futuros trabajos intentarán conseguir respuestas más duraderas combinando alefacept con otras terapias, explica el investigador Gerald Nepom, director del consorcio de investigación Immune Tolerance Network (ITM), patrocinado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, que investiga estrategias para la prevención de enfermedades autoinmunes.
24 SEMANAS DE TRATAMIENTO
El ensayo T1dal, doble ciego y frente a placebo, reclutó a 49 pacientes de entre 12 y 35 años de los que 33 recibieron alefacept. El tratamiento, inyectable, se administró semanalmente en dos cursos de doce semanas con un descanso, entre ambos, de otras doce.
En los tratados con alefacept se redujo mucho menos el índice de péptido C a los dos años de inicio de la terapia (0,134 nmol/l de media para el grupo del biológico versus 0,368 nmol/l para el placebo). En 9 de los 30 pacientes evaluables del grupo alefacept, este índice, marcador de la preservación de las célula beta, no se redujo en absoluto, mientras este fenómeno sólo se produjo en uno de los 12 participantes del placebo.
El medicamento también disminuyó la dependencia de la insulina (0,43 unidades/kilo/día vs 0,60 unidades/kilo/día), y las hipoglucemias severas (ver gráfico), que alcanzaron los 9,6 episodios/paciente/año frente a los 19,1 del placebo. Sería la primera vez que un tratamiento inmunomodulador habría reducido estos episodios. Su perfil de efectos adversos también fue favorable y no se registraron toxicidades graves asociadas al fármaco.
Aunque “prometedores”, los expertos consultados alertan de que es un estudio preliminar. “Es un número escaso de participantes y es muy difícil todavía predecir cuál va a ser el futuro de esta investigación”, señala Patricio Giralt, endocrinólogo y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ciudad Real. Una de las cuestiones que deberán abordar estudios venideros será determinar qué características clínicas o inmunológicas estarían detrás de las grandes diferencias en la respuesta clínica al fármaco, expone Ricardo García-Mayor, investigador de la Fundación Biomédica Galicia Sur. “En este estudio, sólo un subgrupo responde, consiguiendo una remisión completa que equivaldría a una curación temporal”.
Otra cuestión que deberá aclararse sería su impacto clínico a largo plazo. “Al tratarse de resultados preliminares, no está claro el efecto sobre las complicaciones asociadas a la diabetes”, apunta Rebeca Reyes, coordinadora del Grupo de Diabetes de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), para quien “cabe suponer” que una menor incidencia de hipoglucemias “influiría en un mejor control glucémico y un menor riesgo de complicaciones”. También sería alentador que la necesidad de insulina disminuya.
Alefacept actúa frente a la activación de las células T dirigiéndose al marcador de superficie CD2. Las muestras de sangre de los participantes revelaron que reduciría selectivamente células T proinflamatorias y preservaría las que tienen propiedades protectoras.
ESTUDIOS ANTERIORES
Los investigadores del ITM diseñaron el estudio partiendo de los trabajos publicados en las últimas décadas con terapias inmunomoduladoras de acción sistémica y dirigida. Algunos obtuvieron una preservación modesta y transitoria de las células beta, pero muchos fueron fracasos manifiestos.
La intervención que habría alcanzado la mejor eficacia clínica habría sido el trasplante de células madre de tejido hematopoyético autólogo, aunque con un alto precio en complicaciones. Mientras que muchas de estas intervenciones habrían traído consigo efectos adversos relevantes, como un incremento de las infecciones, García-Mayor destaca que alefacept podría estar libre de estos problemas.