Un estudio que se publica en «The New England Journal of Medicine» confirma que la liraglutida, un medicamento que se utiliza para el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2, puede convertirse en un potente fármaco para luchar contra la obesidad. Las conclusiones del estudio, según ha explicado a ABC su coordinador, Xavier Pi-Sunyer, señalan que la liraglutida «puede reducir el peso, mejorar los factores de riesgo cardiovascular y la calidad de vida, pero también puede reducir la progresión a la diabetes tipo 2 en estados de prediabetes».
El ensayo, realizado sobre 3.731 voluntarios no diabéticos con sobrepeso y obesidad de cinco continentes, administró el medicamento durante 52 semanas, en combinación con una dieta y un programa actividad física. Y sus resultados, afirma Pi-Sunyer, de la Universidad de Columbia (EE.UU.) demostraron que la liraglutida había logrado reducir el peso corporal en una media de 8,4 kg en comparación con los 2,8 kg que lograron los del grupo placebo.
El medicamento está aprobado en EE.UU. y Europa a dosis de 3,0 mg diarias para personas seleccionadas que tienen sobrepeso y obesidad, pero no diabetes (en España solo está aprobado en dosis más bajas para la diabetes tipo 2).
Distinto a lo existente
Su mecanismo de acción, explica el investigador, «es muy diferente a los otros fármacos en el mercado. Posee un 97% de similitud con un péptido similar al glucagón 1 (GLP1) que es secretado por el intestino humano y actúa al aumentar la sensación de saciedad y desminuir el hambre».
El medicamento, añade, se suma al arsenal terapéutico para los pacientes con sobrepeso y obesos para perder peso y, además, «demuestra ser eficaz en la eficaz en la prevención de la diabetes en personas prediabéticas».
No es la cura
En un editorial que acompaña al estudio, Elias S. Siraj y Kevin J. Williams, del Hospital Universitario Temple (EE.UU.), destaca la relevancia del estudio ya que propone «otro enfoque en la lucha contra la epidemia de obesidad». Ahora bien, advierten, no se trata de «la cura para la obesidad». Recuerdan que la mayoría de los pacientes tratados, aunque perdieran peso, seguían siendo obesos o teniendo sobrepeso, pero reconocen que una «pérdida de peso, aunque modesta, sigue siendo importante».