Hola a todos.
Yo tengo dos niñas de tres y cinco años. La mayor de cinco años, diabética desde los 18 meses. En la actualidad lleva bomba de insulina
Con ella la experiencia en la escuela ha sido dispar.
El primer año tuvo una profesora que no se quería hacer cargo de nada.
Además ha tenido desde el principio una diabetes muy inestable. Así que yo era la encargada de irle a hacer un control a media mañana. Reduje mi jornada y a pesar de que tenía una persona en casa porque la pequeña tenía un año, iba a administrarle yo la insulina, antes de la comidas,porque esta persona a pesar de que estaba dispuesta a hacerle los controles, le daba miedo administrarle la insulina.
Por las tardes durante el primer trimestre del primer año casi no la llevé.
Cuando llegaba del cole la echaba un rato y si antes de ir a la escuela estaba o muy alta o muy baja se quedaba conmigo. Después fue yendo de manera discontinua.
A finales de este primer año de escolarización le pusieron la bomba de insulina.
Durante el segundo año tuvo una profesora que a pesar de ser diabética tampoco se involucró en absoluto.
Como mucho accedió a hacerle algún control cuando tenía psicomotricidad y a pararle la bomba.
Más de un día salió la cría algo justica de la escuela.
Fue de una manera más continuada al colegio gracias sobre todo a que con la bomba de insulina pude controlar mejor su diabetes y que yo estaba en todo momento.
En el año actual está en otro centro y en otra localidad.
La escuela en este caso se ha volcado.
El motivo del cambio fue que me separé de su padre por malos tratos.
El centro consiguió una persona que se encarga de hacerle los controles, y con unas pautas que su pediatra y yo le damos en función de lo que va a comer, a lo que va a hacer y un montón de condicionantes más, se encarga de administrarle la insulina.
He tenido la suerte de que esta persona sea excepcional tanto por su calidad humana como profesional.
La tutora y el resto de los profesores también han tenido un trato buenísimo con ella y le han ayudado a integrarse rapidamente.
El camino no ha sido ni es fácil, porque su padre ha hecho todo lo posible para dificultar su labor. Al principio, metiendoles miedo por una posible hipo, luego amenazandoles con denunciar si la tenía, etc, etc..
Mi hija pequeña gracias a dios se adaptó bien y mi familia también me está ayudando mucho.
La pediatra de mi hija también ha estado allí en todo momento.
Como dice el refrán una puerta se cierra pero se abre otra
Espero que mi experiencia os pueda valer para algo y estoy a vuestra disposición para lo que queráis
Un abrazo